Por Mariano Valcárcel González.
Llegan con furia y retiran un cartel que pone “ni una más, ni una menos” y lo sustituyen por una foto del Jefe del Estado.
Lo importante en esa acción no es verdaderamente que deba colocarse la fotografía del Jefe del Estado (en este caso a título de Rey), considerada de más importancia que el deseo de que no asesinen, que no continúe la lista de mujeres asesinadas aumentada día a día (casi hora a hora); presencia del Jefe del Estado, en persona o en efigie, la hay por doquier y no tiene mayor peso que falte en algún lugar; lo que sí que tiene importancia, suma importancia, es que se dé por cosa corriente, rutinaria, la muerte de tanta mujer a manos de un machismo descerebrado y retrógrado que no se siente satisfecho o realizado en su locura, si no es acabando con la mujer con la que convivió, o convive o pretende convivir en exclusiva dominación. Lo grave es que, ante el deseo de evitar esas muertes, se anteponga, por mero símbolo de negación, una foto.