Por Fernando Sánchez Resa.
Vivimos en una alocada sociedad occidental que no sabe ni quiere facilitarnos el verdadero camino a la íntima felicidad, mientras que, por el contrario, sí que nos muestra pistas falsas en las que enredarnos. Por eso, el ser humano, desde tiempo inmemorial, no cesa en el empeño de tratar de encontrar el ungüento eficaz que le haga olvidar que se encuentra en este “valle de lágrimas”, y en el que debe sobrevivir, como proclama la salve, una de las más populares y conocidas oraciones católicas a María, la madre de Jesús.