Por Mariano Valcárcel González.
“Mejor un buen ateo que un mal cristiano” o algo así ha manifestado el papa Francisco.
No deja de tener mucha razón el buen clérigo en la seguridad de que el rebaño que él apacienta está plagado de supuestas ovejas no consecuentes. Y esto lo debe espantar, más que entristecer, porque adivina la podredumbre que a la postre va minando ese su encomendado rebaño.