“La vida en Úbeda durante la Guerra Civil (1936-1939)”, y 02

Por Fernando Sánchez Resa.

Los concejales de derechas desaparecen o mueren en cuanto empieza la contienda y es el Frente Popular el que se distribuye las concejalías y da comienzo el encautamiento de negocios y demás. A los propietarios se les quitaba la empresa, porque se empieza a montar o fabricar material de guerra. Se hicieron 6.000 colectividades, todas dirigidas por CNT y UGT, mientras que el partido comunista no participaba en ellas. El poder estaba en manos del partido socialista y UGT, su sucursal sindical. Se constituyen colectividades de carpinteros‑ebanistas, albañiles, etc. Se cobraba por todo y por todos los trabajos; por lo que, no se trabajaba para el pueblo, aunque, luego, el dinero se repartiese después.

Se colectiviza el campo, sobre todo el de las grandes empresas o propiedades; aunque si una familia tenía su pequeño peculio y lo trabajaba, no se colectivizaba; igualmente, si el campo era más grande, pero la familia para trabajarlo era mayor, tampoco se llevaba a efecto.

Se colectiviza el campo y Agustín tiene una lista de 63 colectividades agrícolas de la CNT, estando constituidas hasta el 2 de mayo de 1939. El libro de UGT no lo ha podido encontrar, puesto que, desde que entraron en Madrid los nacionales, hubo tiempo de destruirlo (y otros muchos) hasta que llegaron a conquistar Úbeda; aunque, en realidad, ya lo estaba, por los propios nacionales infiltrados que había durante el final de la contienda.

El partido comunista no estaba de acuerdo con las colectividades agrícolas. Se les quitaba al amo, pero las ganancias y el trigo era para ellos, no para el pueblo; por lo que, cuando el ayuntamiento necesitaba trigo, precisaba pedirlo a las colectividades.

Cuando las tropas de Franco entran en Úbeda, el campo funcionaba; pero sus propietarios (de UGT) habían huido para que no los matasen. Las pequeñas propiedades agrícolas siguieron en manos de sus propietarios y no se colectivizaron. Agustín ha encontrado documentos de ello. Cuando entran los nacionales, ya han quemado los republicanos mucha documentación para no dejar rastro.

Palacios Martínez nos habla también de los mítines políticos: los hacían constantemente en el Ideal Cinema, Plaza de los Toros, etc. Los llevaban a cabo mediante himnos y gran boato. Hay que tener en cuenta que Úbeda tuvo una población de 70.000 habitantes; y se refugiaron 25.000 personas que venían del frente de Madrid (Alcaracejos) y de Córdoba; y que el Socorro Rojo Internacional tenía que despiojarlos. Aquí, sus componentes eran militantes del Partido Socialista y habían de buscarle alimentos, comidas, etc., porque la gente de Úbeda cuidaba de ellos mientras las autoridades obligaban a la población, siendo el pueblo muy solidario, dándoles trigo que luego hubo de pedirse a Levante y Madrid, porque se acabó en Úbeda. Por eso, se reafirma Agustín, que el frente de nuestro pueblo lo pagaron nuestros abuelos…

La Comisión de defensa antiaérea sacó sellos para obtener dinero, agilizando los refugios, poniendo una ametralladora… La Cruz Roja de Úbeda recogía heridos del frente y bajaba a Linares‑Baeza para auxiliarlos de las víctimas de los bombardeos; al principio, llevándolo a cabo con Socorro Rojo Internacional que estaba en la calle Montiel, más arriba del Palacio de Torrente, y en la casa de más arriba, que también la ocuparon hasta que llegaron los franquistas.

La República no quitó las garitas de arbitrios, puesto que las autoridades republicanas necesitaban mucho dinero. Y fueron tan honestos que las cantidades obtenidas se las dieron al gobierno central, obteniéndose gracias también a los actos benéficos celebrados, como eran las actividades culturales y cinematográficas, pagadas para darle sustento a la gente necesitada. Incluso a los más pudientes se les obligaba a quedarse con entradas para completar el aforo económico; en definitiva, había que sacar dinero para cualquier acto administrativo con tal de obtener medios económicos para la República.

La religiosidad desaparece durante este periodo en nuestra ciudad, ya que las cofradías pierden su patrimonio, aunque La Soledad sigue existiendo con los albañiles, pero no en el aspecto religioso.

Los curas habían desaparecido de Úbeda: siete murieron en los primeros momentos y luego otros se deportaron a Alicante y Murcia, quedándose algunos escondidos, por lo que sí había algunos sacerdotes. Las bodas civiles comunitarias se celebraban en la Explanada y el comisario del pueblo casaba a los enamorados. Estos matrimonios no tuvieron validez cuando acabó la guerra…

Sí hubo bodas religiosas secretas, como la del presidente del Tribunal Rojo de Úbeda que fue Pedro Iglesias Ramírez (el abuelo de Pablo Iglesias de Podemos). Se casa en Úbeda de forma secreta, ayudado por un cura. Es un personaje controvertido que, después de la guerra, seguiría siendo militante izquierdista.

Nos habla del dinero en Úbeda y de las colas para todo, en las que se ponía la gente a gritar, lo que le repateaba a las autoridades; por lo que se volvió al trueque, mientras que el dinero que crearon las autoridades no funcionó…

Afirma que el mensaje de la quinta columna de Queipo de Llano caló en Úbeda; y de que ya no se producen los “paseíllos” de antaño, pero sí existe una lista de desafectos, para concienciar a las autoridades que los tenían controlados.

La gente de derechas se hace chaquetera durante los años de la contienda y, luego, cuando entra Franco, se produce el proceso inverso.

No se asalta el asilo de Úbeda y, sin embargo, se sabía que se celebraban misas, etc.; pero no se atrevían a tocar a las monjas por la labor encomiable que hacían, aunque alguien del público alegó que, seguramente, debido a que las monjas eran de una fundación francesa y estaban bajo su bandera.

La República se viene abajo y entonces se hace una reunión en la que se constata que, en Úbeda, ya no quedan tropas, pues están en los diferentes frentes; además de que ya nadie quería ir a la guerra: todo el mundo se quería escaquear y lo intentaba a cualquier precio. La verdad es que realmente Úbeda es tomada por los desafectos y la quinta columna; y, cuando llegan los franquistas, ya estaba todo contabilizado, haciendo un paseíllo triunfal por las principales calles ubetenses.

Y termina diciendo: «Hasta aquí ha llegado mi conferencia; lo de más adelante sería otra…».

Hay aplausos y pocas preguntas, que se convierten en afirmaciones y relatos de anécdotas dolorosas familiares de un asistente. Queda en el ambiente el siguiente corolario: las guerras siempre perjudican al pueblo y a las gentes de buena voluntad, por lo que nunca deberían repetirse; aunque me temo que los humanos nunca llegaremos a aprenderlo…

El conferenciante se ha ajustado al tiempo que le habían concedido, pues eran las nueve y veinte cuando empezó y ha acabado a las diez y veinte, recibiendo los aplausos del público y el bonito regalo de un soldado del Temple (del que es muy amante), sin que falten las fotografías de rigor para la prensa y/o aficionados.

Al fondo de la sala hubo gente que tenía prisa o desasosiego y se habían levantado para marcharse un poco antes de acabar las preguntas del público.

La cultural y rememorativa noche terminó con un refrigerio para los íntimos, mediante un brindis virtual por la paz y la concordia de nuestro amado pueblo, mientras que el mucho personal ubetense andaba disfrutando de la paz nocturna, sentado en las terrazas o paseando, ajenos a lo acontecido en la sala de conferencias del Club Diana, pues, por encima de todo, el ser humano (de cualquier parte del planeta Tierra) quiere paz y libertad para hacer la vida que le venga en gana; mas hay tantos condicionantes e intereses creados que se lo impiden: me remito a la lacerante actualidad en Siria y otros lugares calientes del planeta…

Úbeda, 22 de octubre de 2016.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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