Por Pedro Pablo Vico Robles.
La tarde es oro puro en la terraza.
El sol ya se va yendo en lejanía…
y yo siento en el alma epifanía,
de belleza, de luz y de bonanza.
Azul del cielo y oro incandescente.
El sol que ya se marcha, destellante,
cae sobre los campos, lentamente,
y el día va cayendo rutilante.
¡Ocaso en la ciudad, cuando la miro!
La luz se va ocultando en la arboleda;
la nostalgia, en mi corazón navega,
cuando yo vuelvo a la infancia y suspiro…
Y veo la plazoleta en mi mente,
que exhala su belleza dulcemente.