Repensemos

05-03-2012.

Julio Verne, allá por las postrimerías del siglo diecinueve, expresaba su admiración por los Estado Unidos de América del Norte. Admiraba el que fuera un país que se construía a sí mismo, un país que rompía moldes anclados en el pasado europeo, un país de una dinámica y un potencial enorme. Lo que más admiraba don Julio era su democracia y sus avances tecnológicos.

Transcurrido más de un siglo, veo que esa admiración verniana nos lleva de cabeza a abandonar, ¡por fin!, nuestras anquilosadas estructuras socioeconómicas en pos de adoptar las que en el país de la esperanza que fue USA (para Verne) se consolidaron allá y se van imponiendo acá. Nos vamos acercando y pareciendo cada vez más al modelo americano.

La democracia en EE UU puede que sea todo menos eso. Desde luego nadie negará que, para los asuntos de veras trascendentales y de importancia general, el ejercicio democrático en América es más que precario, discutible y manipulado. Vemos (estamos en plena precampaña presidencial) cómo es el dinero, sin más, el que determina la progresión o no de los candidatos, el dinero junto con el mayor simplismo ideológico e intelectual (y la religión). Y nosotros vamos por la misma senda. Se buscan tecnócratas (supuestamente desideologizados) o a los más sujetos fáciles de manipular; son los que tienen interés en que el discurso de ideas quede simplificado a unas máximas y consignas populistas e incluso falsas, pero que, machacadas bien, calan en una masa dispuesta a ser manejada.

El modelo social USA es el de la depredación darwiniana (precisamente potenciada por quienes niegan las teorías de Darwin). Se dice que el que quiere y tiene méritos llega a su meta, que se resume en riqueza y poder; pero lo que no se dice es el precio que pagar por ello, las gentes que hay que machacar para ello, ni que atrás queda la gran mayoría en situación que llega a precaria. Para ello, se eliminan derechos que creíamos inalienables (los idealistas europeos) como la sanidad para todos o una educación de nivel para todos. Para tener algo hay que pagarlo, es el lema, y la mayoría no puede. Es el reino de lo privado sobre lo público, entendiéndose que a lo privado sólo acceden los privilegiados. Y acá andamos hacia ello, con decisión inalterable. La vía USA debe ser nuestra vía y desandar lo andado para enfilar esa vía es lo que se nos propone, a marchas forzadas además.

Menos Estado y más ciudadano. Esa es la máxima. El ciudadano ha de resolverse sus problemas como pueda, para no ser esclavo de la intervención “totalitaria” del Estado multipresente. Y no haciendo falta tanto Estado, no harán falta tantos impuestos (y es curioso, sin embargo; el pago de impuestos es cosa muy seria en América). El dinero ha de administrárselo el sujeto, no que se lo administre el Estado. Pero, eso sí, el dinero del ciudadano puede y debe administrárselo “el mercado”. Y resulta, pues, que el ciudadano cambia su control económico por los poderes públicos, por el de las agencias, los bancos y los grandes capitalistas que manipulan los mercados. Está la economía del trabajador en manos de sus contratadores, por la doble vía de los empleos y salarios y los mercados bursátiles.

Los planes de pensiones, apaños para asegurarse el retiro, detraen dinero del asalariado y se lo manipulan en beneficio del capitalista. Puede suceder que haya ocasiones en que el personal se quede sin pan y sin perro. Vamos también por ese camino americano. Se nos afirma que eso de la jubilación a cargo del fondo público será cosa de olvidarla y que hay que abrir fondos privados. Es lo americano. Supuestamente lo que garantizará el futuro. Lo demás no se comenta ni se declara.

El dinamismo laboral en Estados Unidos es sorprendente. Y debe ser el modelo que instaurar, también a pasos agigantados. Trabajar donde se demande trabajo y lo haya. Trabajar dándole cuentas sólo al jefe o a la empresa (y esta sin obligación de darlas). Trabajar sin delicadezas sindicales. Porque el trabajo es lo que levantó la Nación desde sus comienzos: el trabajo duro. Claro que, para ello, se necesitaron millones de trabajadores, que no eran triunfadores sino los perdedores de la selección social. Vayamos hacia ello por esto predios. Si de aquel modelo nació lo mejor del capitalismo moderno, ¿por qué en Europa no vamos a llegar a las mismas consecuencias…?

Pasando ya de la imitación del modelo de vida americano en sus formas más evidentes, como las modas, la comida, etc., que nos impregna todo, es deseable que se alcancen ya las otras formas de estructurar y definir la vida política (que deviene en económica, siendo esta lo principal como motor) y social a la americana, para llegar de una vez por todas a esa globalización y uniformidad tan deseadas por los preconizadores del pensamiento único, de la muerte de las ideologías, del fin de la historia. Allá vamos.

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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