El burlador de Sevilla y convidado de piedra: “De una comedia de honor a un drama teológico”.
El cuadro siguiente pretende mostrar cómo las advertencias de los personajes, debidas al comportamiento de don Juan, se van acentuando cualitativamente en la Segunda Jornada de la obra, tanto en lo que respecta la temática del honor cuanto a la que manifiesta la temática teológica:
JORNADA SEGUNDA
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Temática del honor
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Temática teológica
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DON JUAN: Sevilla a voces me llama
el Burlador, y el mayor
gusto que en mí puede haber
es burlar a una mujer
y dejalla sin honor. (v. 1313)
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CATALINÓN: […]
que el vive de burlar,
burlado habrá de escapar
[pagando tantos pecados]
de una vez. (v. 1354)
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CATALINÓN: «Guárdense todos de un hombre
que a las mujeres engaña
y es el burlador de España». (v. 1484) |
DON DIEGO: Traidor, Dios te dé el castigo
que pide delito igual.
Mira que, aunque al parecer
Dios te consiente y aguarda,
su castigo no se tarda,
y que castigo ha de haber
para los que profanáis
su nombre: que es jüez fuerte
Dios en la muerte. (v. 1444)
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DOÑA ANA: ¿No hay quien mate este traidor
homicida de mi honor? (v. 1560)
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DON GONZALO: Muerto honor, dijo, ¡ay de mí!
[…]
La barbacana caída
de la torre de mi honor,
que echaste en tierra, traidor,
donde era alcaide la vida. (v. 1569)
[…]
¡Muerto soy! ¡No hay bien que aguarde! Seguiráte mi furor. (v. 1583) |
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CATALINÓN: No daré por su mujer
ni por su honor un cornado. (v. 1773) |
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En esta Segunda Jornada, quizás sea necesario poner de relieve la inequívoca y decisiva importancia que adquiere la transferencia del tema del honor al tema teológico. Si la reprimenda de don Diego a su hijo don Juan adquiere características de sermón eclésiastico, es, sin embargo, el fiel criado Catalinón el primero en dar ese paso de considerar la ofensa de honor en su dimension trascendente. Comparemos, en efecto, las intervenciones de Catalinón que anteceden las deshonras de Tisbea y de doña Ana:
JORNADA PRIMERA
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JORNADA SEGUNDA
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Temática del honor
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Temática teológica
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CATALINÓN: Los que fingís y engañáis
las mujeres desa suerte,
lo pagaréis en la muerte (v. 904)
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CATALINÓN: […]
Que el que vive de burlar
burlado habrá de escapar
[pagando tantos pecados]
de una vez. (v. 1354)
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El cambio de tono y de intención en el fiel criado son evidentes. Y no se comprende por qué ciertos críticos afirman que «es el temor y no las convicciones morales lo que guía el comportamiento de Catalinón». (1) No. En El burlador de Sevilla…, el típico personaje “gracioso” de las comedias barrocas es un “gracioso atípico”. Y lo es precisamente porque deja de serlo, cuando sus intervenciones se refieren a los severos principios de orden religioso.
Y algo parecido ocurre en la Jornada Tercera, en donde menudea la frecuencia de avisos, indicadores de la presencia del tema teológico:
JORNADA TERCERA
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Temática del honor
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Temática teológica
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DON JUAN: BATRICIO:
¿Su honor?
DON JUAN:
Sí. (v. 1859) |
CATALINON: […]
De los que privan
suele Dios tomar venganza. (v. 1963)
[…]
Mira lo que has hecho, y mira
que hasta la muerte, señor,
es corta la mayor vida;
que hay tras la muerte imperio. (v. 1977) AMINTA: Jura a Dios que te maldiga
si no la cumples.
DON JUAN: Si acaso
La palabra y la fe mía
te faltare, ruego a Dios
que a traición y alevosía,
me dé muerte un hombre… (muerto; que vivo, Dios no permita).
AMINTA: Pues con este juramento
soy tu esposa. (v. 2080)
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Con ese juramento a Dios, se va a consumar el ultraje de la campesina Aminta. ¡Qué ironía, por parte de Tirso, hacer que una plebeya obligue a don Juan a proferir su más grave y definitiva fanfarronada!
Observemos que, por primera vez y de manera totalmente gratuita, don Juan acepta su propia muerte (de manera, por lo demás, premonitoria), cuando hasta ahora su respuesta a los diversos avisos solía ser «Tan largo me lo fiáis…». Una respuesta que, considerada en el contexto teológico que estamos analizando, significa que don Juan se condenará si persiste en no hacer que la “Gracia suficiente” que recibe de Dios, mediante las advertencias, se convierta en “Gracia eficaz”.
Con otras palabras: que don Juan, como católico que es, sabe perfectamente que está pecando y que sus “burlas” merecen el castigo divino de la condenación. Pero en su irresponsable y gozosa juventud de aristócrata consentido, don Juan piensa que la muerte está aún muy lejos y que, cuando llegue, Dios le dará la posibilidad de confesarse. Y no se entiende cómo algunos críticos, tan excelentes como Valbuena Prat, Blanca de los Ríos o Américo Castro, afirmen que el comportamiento de don Juan, el don Juan de Tirso, sea el de un rebelde que se enfrenta con el orden social y divino, cuando, con respecto al primero, lo que hace don Juan es aprovecharse de su estatus de aristócrata para agraviar a las mujeres; y, con respecto al orden divino, don Juan se comporta como cualquier olvidadizo de la práctica religiosa, pero conocedor de sus leyes y de sus límites.
En esta obra de Tirso de Molina, el límite que no debe transgredir don Juan está en «No usar el nombre de Dios en vano» y, menos aún, utilizarlo para llevar a cabo sus ultrajes. Don Juan sabe perfectamente el terreno que está pisando y las graves consecuencias que pueden acontecer, si lo hace. Es la conclusion que se deriva, lógicamente, de esos repetidos y falsos juramentos proferidos por don Juan en los que siempre intenta eludir el nombre de Dios:
· Don Juan jura «cumplir el dulce sí» (v. 4) a la duquesa Isabela;
· luego jura a los «ojos bellos» de Tisbea (v. 941) que ha de ser su esposo;
· y jura «a esta mano, señora», la de Aminta (v. 2072), que cumplirá su palabra.
Un juramento que para la astuta campesina no será suficiente, pues exigirá y obtendrá de don Juan que una su juramento al nombre de Dios.
NOTAS
(1) Véase F. B. Pedraza Jiménez y M. Rodríguez Cáceres en Manual de Literatura española, Vol. IV. Barroco. Teatro. CENLIT. Madrid 1980, pp. 281 y 316.