Nuevo encuentro de los Sánchez Cortés en Francia, 9

DÍA 14 DE AGOSTO, SÁBADO
Me he levantado temprano y he repasado mi crónica viajera. Hemos desayunado leche con cruasán y, poco después, nos ha explicado Guillermo el plan para hoy. A la una y media o dos y media: dar un viajecito por el centro de Toulouse con el trenecito, una vez que hayamos comido pronto en el patio del chalé con unos amigos de Guillermo, sus padres, su hijo pequeño David que traerá a su pequeña de quince meses llamada Selenia, el empleado de su empresa y mis primos Nona y Agustín. También vendrán Tini y su pareja, Corinne. Luego, por la tarde o al día siguiente, iremos a dar una vuelta en barco por el canal.

Selenia y su bisabuela Nona. Antonio y Daniel de “barbacoeros”.
Pues bien, nada de ello realizamos, sino que estuvimos todo el día en el chalé y su campo, pues la comida se alargó con charlas, aperitivos y vinos. Algunos, después de comer, estuvieron jugando a la petanca. Guillermo hace la firme promesa de que, al día siguiente, nos iremos temprano a coger el trenecito y comeremos fuera, en el restaurante italiano prometido.
La comida se dio bien y además fue muy surtida, pues vinieron también la madre y hermana de Christiane, que trajeron comidas y postres caseros, algunos al estilo español como los pestiños, que no borrachuelos, puesto que no le echaron nada de anís ni de alcohol, y que, la verdad, estaban buenísimos. Había una tarta de pera que estaba para chuparse los dedos.
Volvimos a tomar carne de barbacoa, principalmente salchichas de diferentes tipos, que fueron cocinadas especialmente por Guillermo y su amigo Daniel, que trajo también a su esposa; además estaba Nicolás, el nieto de Nona e hijo de Matilde. Como los amigos no cabían en el chalé a la hora de dormir, montaron entre ellos, Guillermo y Nicolás, una tienda de campaña e inflaron el colchón elástico para pasar la noche en el jardín.
Como yo traía una foto de un hijo de Nona, cuando era pequeño, que me había dado mi madre, resultó que precisamente era Guillermo. Se puso supercontento de ver el parecido que hasta hoy mismo tiene, con el flequillo y la incipiente calvicie. Además, como le hice ver el parecido con su nieta, le faltó tiempo para gastarle bromas a su hijo David, diciéndole que era él el que la había hecho y no su hijo…
Visionando los vídeos enviados por los “Sánchez Cortés” españoles y franceses.
Así estuvimos todo el día, departiendo y charlando con unos y otros, yo especialmente con mi prima Nona, que sigue siendo la misma persona buena y cariñosa de siempre. Luego, viendo que al final no nos íbamos a ir a ningún lado, me eché ‑por primera vez en Francia‑ una buena siesta en mi cuarto.
Cuando me levanté, Margui mostró a mi prima Nona los vídeos grabados hasta el momento, en la cámara web, de todos los ubetenses y franceses.
Fueron unos momentos muy emotivos pues lloramos largamente, mi prima Nona y yo, recordando tiempos pasados y las penalidades vividas por ella y su familia; la muerte de Matilde y el drama familiar que ocasionó; y el por qué hoy en día están en Francia, cuando estuvieron viviendo y trabajando en Madrid y Granada. Fue por culpa de despedirse del trabajo de Granada, pues creían que le iban a dar una piso en la capital de España a cambio de la chabola que tenían allí, y al final se quedaron sin ella, habiendo vendido lo poco que tenían en Granada y habiendo abandonado el trabajo allí. Por ello se vinieron a Francia, al calor del tío José. Él vivía en Chilly Mazarin, que está a 20 km de París y que por entonces era maestro de obras, con 150 obreros a su cargo. Se encargaba de hacer los acerados y las calles, además de que tenía que ir y venir andando al trabajo ‑a París‑ todos los días… Me cuenta que también estuvieron mucho tiempo visitándose todos los fines de semana y que por culpa de estar en el hospital, con una pierna escayolada, Nona sintió mucho no poder asistir al entierro del tío José, que nos sorprendió a todos con su muerte tan prematura.
Antonio y Margui jugando con Selenia.
En fin, que estuvimos hablando largo y tendido, especialmente ella, de esta dura vida que le ha tocado vivir, pues recordaba estar trabajando en el Cortijo de la Mora de Granada y tener que llevarse a uno de sus hijos al tajo y esconderlo debajo de una oliva, porque el amo era muy estricto, poniéndole una gorra y dándole agua de vez en cuando para que no se deshidratara.
También me contó historias de la legendaria vida del tito José, como cuando estuvo a punto de morir en el ejército español, puesto que era cabo cartero y como tenía un carácter tan fuerte, si creía llevar razón llegaba al final con todas sus consecuencias… Menos mal que, mientras un compañero o superior le tenía puesta la pistola en la sien para matarlo, porque decía que José era fascista, llegó su superior y lo libró de una muerte segura… Después se volvería a librar de ella mediante el avance de las tropas de Franco…
Total que al final volvimos a tapear, aunque Antonio y Margui no tomaron nada, y yo más bien poco, pues teníamos ya el cuerpo muy lleno de grasas y comidas saturadas, a la espera de que mañana podamos ver algo de Toulouse. Así que mañana nos marcharemos para España, pues tanto Antonio como Margui tienen que levantarse el martes a las seis de la mañana para ir a sus respectivos trabajos y creemos que es la mejor solución.
Ayer tarde refrescó un poco incluso chispeó algo y el cielo a la tarde noche se cerró con unas nubes coloreadas por el arrebol.

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