Nuevo encuentro de los Sánchez Cortés en Francia, 8

DÍA 13 DE AGOSTO, VIERNES
Me he levantado temprano, sobre las siete de la mañana, y he visto que hoy el cielo está un tanto encapotado; pero espero, como en días anteriores, que a lo largo del día el sol ganará la partida a las nubes, aunque la temperatura se tornará agradable aquí, junto al océano.
Ya nos hemos duchado todos y vamos a desayunar. Lo tenemos todo preparado para cargar el coche y partir. Nuevamente es Antonio el encargado de estibar la carga en el coche y, a poco más de las nueve y media, salimos rumbo a Toulouse, una vez que nos hemos despedido de Patricia y Patrice, dándoles las gracias por todo e invitándolos a que vayan a Úbeda o a Granada, cuando quieran.

Guillermo, Nona, Margui y Antonio en el chalé del primero, cerca de Toulouse.
Primeramente, es Antonio el que coge el coche y lo lleva a poco más de la mitad del recorrido de 385 km que nos marca el GPS. Mientras, llamo por teléfono a casa y a mi padre, enterándome de que Margui madre se encuentra comprando en los gitanos y el segundo, echándose su primera siesta.
El tráfico es bastante fluido, pero intenso por algunos trayectos, especialmente cuando pasamos cerca de Burdeos. Al rato, paramos en un área de servicio, donde comprobamos que hay servicios para orinar, bancos, zona arbolada con columpios para los niños y zonas boscosas donde poder pasear y estirar las piernas… Comprobamos, una vez más, lo lejos que en España estamos de esta cultura del bienestar y bien hacer, comparando estas áreas arboladas de servicio con las españolas… Me abstengo de hacer más comentarios al respecto, pues son similares a los expuestos anteriormente.
Fernando, Margui, Nicolas y Patrick. El camarero ‑que está de pie‑ es Guillermo.
Luego, cojo yo el coche y nos plantamos en el chalé de Guillermo que vive en las afueras de Beauzelle, Camino de Bel Air. El GPS nos lleva casi hasta la puerta, aunque llamamos a Guillermo para que nos indique el chalé exacto; pero, al final, sale el contestador automático y lo encontramos nosotros solos. Damos los toques correspondientes a Úbeda para comunicar que hemos llegado bien a Toulouse y Margui habla con Patricia para decirle lo mismo. Aquí nos esperan, mi prima Nona, su marido Agustín, su hijo Guillermo y su mujer Christiane ‑él la llama Cricri‑, Patrick y su hijo Nicolás, además de los dos perros y el gato que tienen en el inmenso chalé donde viven y donde nos vamos a alojar estos tres días.
Nada más llegar, nos hemos saludado efusivamente y les hemos dado los regalos que traíamos para ellos. Después, Guillermo se ha liado a charlar desaforadamente, y sin parar, hasta que hemos tomado el aperitivo y comido bien, aunque bastante tarde. Durante la comida, hemos bebido diferentes vinos franceses, de los que Guillermo parece entender, aunque la verdad es que cuenta tal multitud de anécdotas sobre ellos, que es difícil seguirlo. No ha faltado el fromage de tres tipos para el postre, incluido un manchego, y luego un mousse muy rico ‑de chocolate‑, que ha hecho la anfitriona de la casa.
Corinne, Tini y Fernando.
Después, sin apenas descanso, hemos ido los tres ‑Margui, Antonio y yo‑ con él, a comprar en uno de los muchos supermercados cercanos que la ciudad de Toulouse tiene, donde cada uno ha adquirido cosas diferentes. Margui, unos libros en francés que ha encontrado muy baratos y con buena letra; Antonio, una serie de quesos, embutidos y foie gras para regalar o para consumo propio; y Guillermo, unos vinos, que tanto le encantan y entiende, y algún desodorante y champú neutro. De manera que, cuando hemos terminado, eran más de las nueve de la noche. Luego, nos hemos vuelto con el coche de Guillermo y nos ha enseñado la estación de tranvías que están construyendo para esta ciudad, con el fin de quitar el tráfico rodado en el centro.
Al rato de venir de compras, Guillermo nos ha enseñado la parcela donde nos encontramos, que es alquilada y grandísima, pagada por la empresa que él dirige, por poco más de mil euros al mes. Ha soltado la perra, que la tenía encadenada, para que se encuentre suelta y nos pueda defender, si esta noche llegase algún extraño visitante.
Como hemos vuelto tarde, Christiane quería que saliéramos a cenar fuera; pero, tras llamar Guillermo a un restaurante de pescado, como ya eran las diez, no servían cenas; por lo que nos hemos quedado en casa.
Después, hemos ido a acostarnos ‑nosotros tres‑ cerca de las doce de la noche; aunque, siendo cerca de la una, todavía estaba Guillermo con las pilas puestas… Nos ha advertido de que no podemos salir del chalé por la noche, pues va a poner, antes de acostarse, la alarma y, como toquemos ventanas o puertas, se dispara, produciendo un ruido de 140 decibelios que nos puede dejar sordos… Nona se ha ido a dormir con Tini, vendrá mañana y seguiremos disfrutando de su conversación y compañía. El perro de casa se llama Yampi.
Vamos a ver si la gata nos deja dormir esta noche porque, según nos cuenta Christiane, la pasada noche ella ha tenido que levantarse a las seis de la mañana para sacar a la gata y que los dejase dormir a todos. Ya veremos qué tal se da el día de mañana, pues Guillermo piensa llevarnos a dar una vuelta con el trenecito por el centro de la ciudad y, otro día, a ver una especie de Planetario que hay aquí.
Agustín, Nona, Margui, Guillermo y Fernando. Selenia y sus bisabuelos Nona y Agustín.
En la conversación, él mismo nos cuenta y lo corrobora su madre, mi prima Nona, que ya desde la cuna le llamaban “el Sartenilla”. Se lo puso su bisabuela Antonia, pues saltaba en la cuna como el aceite en la sartén, porque no se podía estar quieto un momento; y así sigue… Para terminarlo de arreglar, su tío Fernando le llama Catástrofe… De todas formas, son una familia cariñosa y agradable, muy unida, que se apoyan en todo…
Entre las muchas cosas que me contaba Guillermo, anoto alguna de ellas. Cuando era pequeño, le tenía tirria al tío José porque le parecía engreído y superior cuando iba a su casa, además de que era el jefe de su padre; pero luego, más adelante, cuando dejó de ser niño, se dio cuenta de su valía y de lo que había pasado en su vida, atravesando los Pirineos a pie y encontrándose entre dos frentes: los que lo perseguían, seguidores de Franco, y los alemanes; por lo que tuvo que apuntarse a la Resistencia y a la Legión Francesa para lavar su pasado…

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