29-07-2010.
No creas, amigo Cirno, que mis silencios obedecen a flaqueza de la memoria o a suspensión de ánimo, ni mucho menos. No tienen lagunas mis recuerdos de aquellos días, ni mi espíritu se siente indispuesto: sólo me hallo herido por el ulular de perros que me arrebatan y que en las madrugadas me hacen levantar de mi camastro y me arrastran a la calle a buscar consuelo en las ráfagas frías de la lluvia o en el vientecillo que precede a la aurora. Piensa que si los puercos se revuelcan en el fango y en la suciedad, y las aves de corral en el polvo, la ceniza y los desperdicios, el hombre, aun siendo un ser superior a las aves y a los cerdos, tiene derecho a revolcarse en el cieno de sus propios secretos y en el lodo de sus debilidades.