19-04-2010.
Si nos quedásemos aquí, no me sentiría tranquilo, porque buscando y buscando, encontré al otro San Ginés, al que el pueblo cartagenero lleva buscando por siglos y cuyo espíritu dormirá en el Cabo de Palos, yendo y viniendo hasta el Monte Miral o Cabezo de San Ginés.
Es San Ginés de la Jara, hijo de Roldán el Magno, hermano del legendario Roland, sobrino del gran Carlomagno que renuncia al trono de los francos, para vivir en el monasterio de la Jara. Incluso una vez muerto, cuando abren su féretro en Francia, Ginés no está en el ataúd, pues su cuerpo, en un milagro de escapismo,se ha ido a descansar hasta las tierras murcianas, donde aún andan buscándolo.
Cosa curiosa, y que nos debe hacer reflexionar o enhebrar la aguja, es el paraje donde estuvo enclavado el Monasterio de San Ginés. En el llamado Monte Miral, una montaña donde hay minas abandonadas de plata y donde los fenicios, cartagineses y romanos extrajeron tanta riqueza. Hoy a este Monte Miral se le llama Cabezo de San Ginés.
Y yo me pregunto: ¿Por qué no se le llama a este santo, San Ginés de la Cabeza?
Pero es que hay más, mucho más misterio. Porque, si ustedes recuerdan que en páginas anteriores hemos hablado de los lugares o centros de poder y de las corrientes telúricas, en este paraje donde vivió San Ginés, hay una cueva kárstica con numerosas galerías. Esta cueva fue explotada como mina de manganeso. Es una cueva inmensa, paraíso para antropólogos y, a buen seguro, cueva que sería visitada por San Ginés, antes de resucitar a los muertos; milagro que tuvo el poder de realizar, según la leyenda, leyenda que es un alarde de misterio esotérico. Sabemos que, ya en el año 1200, existían peregrinaciones desde Francia y que en el sepulcro del santo hay un agujero de piedra, por donde San Ginés, después de muerto, sacó la mano para entregar una carta a su hermano.
Lo cierto es que al igual que en nuestro Cabezo, en el Cabezo de San Ginés, se asentaron pueblos y culturas anteriores a la era cristiana, atraídas por un magnetismo sólo explicable como centro de poder. ¿Es este el San Ginés de nuestra ermita o nuestra ermita está bajo la advocación del mimo romano? Me es indiferente. Ambos tuvieron en sus manos el poder de la magia blanca, la magia capaz de transmutar las nieblas en luz.
Pero, hablando de San Ginés, hay más, mucho más misterio relacionado con la Virgen de la Cabeza.
Hay una iglesia en Madrid, la iglesia de San Ginés, (cuyo párroco, ya fallecido, pregonó en San Juan de Dios de Andújar, a la Cabeza) de la que se dice que por su nave principal pena un fantasma sin cabeza. Allí, además de la Virgen de los Remedios, que tiene un cocodrilo a sus pies, está en un tronco de árbol la Virgen de Valvanera, Virgen negra y patrona de la Rioja; y allí se venera, también, a la Virgen de la Cabeza.
No podría estar más selectamente elegido el lugar para dar culto a nuestra Patrona, ya que la lonja que da a la calle Arenal sirvió de cementerio a la Santa Inquisición, cuando a esta negra y oscura Hermandad le dio por quemar judíos. No acaban aquí las misteriosas coincidencias, ya que en esta iglesia se casó Lope de Vega y acudía a orar San Isidro, antes de irse a trabajar.
¿Se acuerdan del nombre de la mujer de este esotérico santo?: María de la Cabeza. ¡Que escenario para Iker Jiménez y sus colegas de Flash Back!
Nada menos que un cementerio de judíos quemados por el Santo Tribunal, un fantasma sin cabeza dando vueltas por entre las columnas del templo, un cocodrilo a los pies de la Virgen de los Remedios y una réplica de la Virgen de las Tumbas sin nombre,en el mismo sitio y a la misma hora.
Aún están a tiempo de sorprender con sus artes mágicas y sus libros sabios a los madrileños; que esos sí que saben de ovnis, psicofonías y otras menudencias.