Habitación de hotel

15-10-2009.
La soledad no es una
cuestión de orgullo,
es el ámbito obsceno
en el que uno se envuelve
en su propio olor agrio
y se complace en él.
Hay quien lo sobrelleva
imaginando sombras
en las paredes sucias
igual que comensales
de una cena de ausentes.

Otros dibujan manchas
de tinta en un cuaderno
creyendo en un silencio
sagrado o delincuente.
El silencio es sicario
‑la soledad lo envía‑
que aguarda su momento
para matar sin sangre.

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