29-06-2009.
Maltrechos, ya les rebrotaba el orgullo de casta. Insostenible, profesionalmente. Cualquier lego de sacristía tiraba el matacandelas ‘apagavelas’ y pilotaba un taller de electrónica… Y cura o lego, sin más artes que su osadía, pastoreaba secciones de chicos como quien pastorea borregos. Así les lucía el pelo. Y, como último recurso, presumían de ser hijos del amo. Y ahí, más que su autoridad, radicaba su desprestigio.
Continuar leyendo «¡Ea! No se puede servir a dos señores, 1»