Poesía inédita, 1

08-03‑2009.
El poeta es siempre un hombre interino en sus proyectos. Hay un gusanillo que te roe y que mina todas las decisiones que parecen definitivas. No; no se puede frenar el verso. Que el lector interprete y sitúe el poema como quiera, haciendo así un fenomenal ejercicio de recreación lectora. Otra vez los mismos temas (Dios, la muerte, el amor…).

Otra vez la vida diciendo que aquí estamos, pero algo ha cambiado: el autor no está solo. Lo importante de los poemas que siguen es que son completamente inéditos, salvo algún error u omisión, y por primera vez ven la luz. Es una de las grandes aportaciones de toda antología. Y también porque descubre un poco la trastienda del taller poético. Hay siempre reajustes.
Los versos son así. Se dislocan, se intercalan, regresan y se vuelven a clasificar. Y eso está bien, ya ha quedado dicho, porque así tienen vida. Son como nosotros. Imaginaos el trabajo de los antólogos Colector de una antología. de otros, cuando el mismo autor necesita tantas correcciones. Podía haber hecho borrón y cuenta nueva y presentar esta colección, omitiendo todos estos pormenores; pero he pensado que es mejor que sea así.
¿Por qué ha de esconder el poeta su «impotencia» para manejar y controlar su propia obra? Y es que el poema tiene su propia autonomía y ‑cuando menos acuerdas‑ ya tiene su propio proceso.
Así, he tenido que reclasificar mi obra poética. Es la gran ventaja de todo lo inédito, que puedes trastearlo a tu antojo. Por eso, cuando se publica, ya es de todos los hombres, como diría nuestro gran poeta andaluz, Rafael Alberti.
Me limitaré, pues, a seleccionar poemas de las cinco colecciones que permanecen inéditas y que esperan en el viejo cajón del escritorio. Son Versos del estribo (1989), Sonámbula estación (1990), De un espejo cómplice (1992), En el verde Nilo del café (1995) y Soleada soledad (2004).
La colección del 92 es especialmente querida por mí. Aquel año fue triunfal (Olimpiadas de Barcelona y Expo de Sevilla), pero también fatídico: ingreso en la UCI de Lisboa, averiado con una miocardiopatía dilatada congestiva que me acompañará mientras viva. Puedo jurar que hubiera firmado por tres años de vida y, ya veis, la vida me ha sido generosa: ya llevo dieciséis…
Por eso escribía a mi querido corazón y le decía esto:
Magistral su escritura,
renglón en los torcidos caminos de la lumbre,
qué grafías tan densas y qué tono se ardía
entre líneas de arritmias.
¡Ah!, y otra aclaración última: al ser toda esta parte totalmente inédita, y para no alargar mucho la antología, no acompañaré ningún comentario; de esta forma puedo seleccionar más poemas.
Se abre con un acróstico Dicho de una composición poética: Constituida por versos cuyas letras iniciales, medias o finales forman un vocablo o una frase. personal de virtudes y defectos. Poema serio bajo su apariencia desenfadada. No es que yo sea así, más bien es como me veo. Entre el yo real (como soy verdaderamente) y el yo personal (lo que pienso de mí) siempre media un buen trecho y ‑no digamos‑ entre éstos y el yo social o ideal. Pero… bueno; sirva de autorretrato.
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Acrósticos
1. De virtudes.
Rebelde natural, como esa nube
anclada en ancho cielo, tormentoso,
fugaz, quieto tal vez, tal vez nervioso
adán en la pasión, sincero, tibio,
enérgico en mi afán, como un zumbido
lejano en la explosión, locuaz, sabroso.
Heroico en pundonor, hecho al latido,
intrépido humanista infatigado,
nacido en una villa, alcalainado,
opuesto al ritual y a otros cuentos,
jalono mi historial de verso y lumbre,
origen de utopía, y sueño y cumbre,
sensible y hominal, soy un poeta
amante del amor y su profeta.
Sutil, soberbio, umbral, convexo, humilde,
escribo con fervor del alfa y zeta,
razono en alta voz, hablo muy claro,
rechazo el ditirambo pueblerino,
amigo tertulial, hombre ferino,
normal no soy, lo sé. Yo me prefiero:
orgulloso y genial como el primero.
2. De defectos.
Ruidoso parlanchín, feo, arrugado,
airado y basto en cada primavera,
ferviente libador y calavera,
abúlico de nervio, ozono y mosto,
estéril luchador, hago y deshago,
ligero en compostura a mi manera.
Hedónico ejemplar de cuerpo entero,
ingrato en recordar el día, el cero,
numérico vulgar, parlolatino
orgásmico fugaz, un desatino
juguete de cualquier rigor científico,
olvido lo esencial, pienso y no pienso,
sarcástico gandul, cóndor, incienso,
adrede lo hago todo, y desafino.
Sesudo de compás, ingenuo y frágil,
empuñado verbal, salitre y nectarina,
rezar ya rezo poco por cansancio,
rutina se me hace la rutina,
ansioso y egoísta, y vago, y rancio,
navego a la deriva, soy un proyecto,
o sea, es un decir, puro defecto.

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