Un testigo de cargo: el cerro de los héroes, 3.

03-03-2009.
Para Santiago de Córdoba, cuando se habla y escribe en los medios de comunicación sobre las víctimas de un bando y otro en la Guerra Civil, se produce una competición especulativa sobre quién tiene más o menos víctimas, pero con intencionalidad o en clave de presente, con lo que se obvian las causas que produjeron aquella guerra y a sus víctimas.

Después de dejar la anterior relación bibliográfica en su casa, ha salido a colación el programa Flash Back. Maliciosamente, le he preguntado cómo es posible que el Consejero de la Presidencia, Gaspar Zarrías, su amigo y compañero de tantos años, no haya exigido rigor científico e histórico al programa de las caras de Bélmez de la Moraleda, cuando Canal Sur las relacionó falsa e interesadamente con el asedio al Santuario de la Cabeza.
En aquel programa sólo faltó que a los republicanos, que defendían la legalidad, se les llamara las «hordas rojas», usando el decimonónico e integrista lenguaje del franquismo de posguerra. No hay que olvidar que terminada la guerra, según publicó Santiago de Córdoba en Plaza Vieja (“1939-1950: La paz del talión”), una de las víctimas del franquismo fue la familia de Gaspar Zarrías.
El Tribunal de Responsabilidades Políticas de Andújar condenó a muerte a su padre (conmutada por 30 años) y al abuelo (ejecutado el 1 de agosto de 1940 en el cementerio de Andújar). La respuesta de Santiago de Córdoba por la actuación poco rigurosa de Canal Sur se fue por la tangente: «Canal Sur no es TVE», refiriéndose a las censuras y control ideológico que el gobierno de José María Aznar, según el PSOE, estaba ejerciendo sobre el medio estatal.
Después le pedí una especie de resumen, que me sirviera de base o de referencia para entrevistar a algunos testigos del asedio, entre ellos la señora Bueno, para conocer si corroboraban palabras como crimen, horrendo, matanza, masacrados, matarifes y sin piedad, por el trato que les dieron los republicanos.
Después de muchas horas detallando hechos y algunas declaraciones de testigos directos de la Guerra Civil en Andújar (uno de ellos, como asediado en el Santuario, Fernando Bueno, niño en aquel momento y hermano de mi testigo), redacté en ese momento sus declaraciones. Entresaco algunas frases que pueden evidenciar la palabrería de los responsables de Flash Back, si la comparamos con la evidencia de los hechos y sus causas, que siempre han caracterizado los trabajos de Santiago de Córdoba:
A partir de junio de 1977, no todos los supervivientes del asedio al Santuario silenciaron los hechos vividos allí, entre ellos el de la conducta humana y militar del capitán Cortés con los suyos, durante el asedio al Santuario, cuyos testimonios ponían en clave de revisión histórica gran parte de lo escrito hasta entonces […].
Es incomprensible que una parte importante de la población de Andújar viva aún con la enseñanza del antiguo régimen, desconociendo su propia historia y guardando en la memoria el mensaje subliminal sobre la leyenda negra contra el Frente Popular de Andújar; no sólo fueron la Falange, la Guardia Civil, los miembros del movimiento local sentados en la Corporación Municipal y el clero los que crearon esa leyenda a través de sus informes para la Causa General o para el Tribunal Comarcal de Responsabilidades Políticas, sino las publicaciones de los historiadores del régimen.
Una revisión de lo publicado con cierta importancia durante el siglo XX hasta la década de los ochenta, nos hará conocer anticipadamente que se trata de exégesis marianas y propaganda del nacional-catolicismo de posguerra con tan sólo leer los títulos y el año de publicación: Luisa Fe y Jiménez (Historia de Nuestra Señora de la Cabeza de Sierra Morena, 1900), Miguel Gutiérrez, C. M. (Andújar y su Santuario, 1947), Francisco Trigueros Engelmo (La Virgen de la Epopeya, 1948), Julio de Urrutia, (El cerro de los héroes, 1965); y Carlos de Torres Laguna (bajo el título mayor de Historia de la ciudad de Andújar y de su patrona la Virgen de la Cabeza) publica Iliturgi, 1954; Andújar cristiana, 1956; La Morenita y su santuario, 1960; Leyendas y tradiciones iliturgitanas, 1966; y Andújar a través de sus Actas Capitulares, 1600-1850, 1981. Sólo Torres Laguna y, sobre todo, Julio de Urrutia investigaron asiduamente, aunque pagando en diferente grado el peaje al franquismo orgánico y social de la época.
Francisco Calzado, al que me unió tan sincera amistad como tan grandes fueron nuestras diferencias sobre la interpretación de lo social y político en la Historia, escribió en El enigma de la Virgen de la Cabeza que mi investigación sobre la historia de Andújar se cimentaba en el análisis materialista del hecho histórico y de ahí mi denuncia contra el énfasis de vincular toda la historia de la ciudad a la Virgen de la Cabeza.
Si se hace una relación de la bibliografía de Andújar, la conclusión sería obvia, además de contar con la corroboración del mismo Torres Laguna, el último y más valioso exponente de la historiografía local, que escribió:
«hay tan íntima conexión entre Andújar y su patrona, la Virgen de la Cabeza… en todas las épocas y tiempos a tenor de los azares y circunstancias de la Historia, sean éstas de carácter religioso, político, civil, social, militar o guerrero, que consideramos previamente fallido cualquier torpe intento de hablar de una sin hacerlo de la otra simultáneamente».
Tal sublimación hizo que nunca se investigara sobre Andújar en sus aspectos económicos, sociales, políticos, culturales, e incluso religiosos. Hasta 1983, cuando fundé Cuadernos de historia, la historia local (la escrita y la recibida oralmente como parte de la tradición) era un cuento maravilloso sobre la Virgen de la Cabeza y otros aspectos concurrentes.
Rafael Casuso, en su memoria de licenciatura Arquitectura contemporánea en Andújar (1920-1950), hizo el siguiente análisis:
«la tradicional historiografía, empírica, confesional retórica y unilateral, que tenía su principal bastión, quizás el único, en la figura de Torres Laguna, fue progresivamente sustituida por otra, donde lo que importaba, por encima de todo, era la investigación histórica, fundamentada esta en el pluralismo de ideas y metodologías».
Es verdad que la vorágine de toda guerra y la actitud pasiva de algunos miembros del Frente Popular fue causa para que algunos “salvajes revolucionarios” asesinaran no sólo a reconocidos desafectos de la República, sino a personas anónimas, por el sólo hecho de tener algún affaire personal contra ellas. Estos asesinatos, durante la Guerra Civil en Andújar, se pueden cifrar, según los autores y cómo computan el resultado de cada muerte, entre 57 y 78.

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