090210-2

LOS TRES CERDITOS
Llamada de socorro de un imprudente
¡Ay, y qué cargo de conciencia me gestas! ¡Y qué tremenda acusación me haces…! ¡Que sea yo quien te dirija, quien te lleve, quien te induzca a alterar y modificar tus ideas, creencias y fe! ¡Cómo puedo ahora ir con la cabeza alta sin sentir el dedo acusador de todos!

Falsa persona soy utilizando arteras mañas, argumentos falsos y, peor aún, vaciedades y obviedades tan palmarias que, de puro simples, hasta parecieran verdades como puños. Mal elemento que se asoma a la página, simplemente a terciar en varas de una corrida que está ya terminada (esto es cierto, mea culpa de ególatra, reitero).
Soplador de chamizos (no de defensores del pueblo andaluces, claro), que mal armados debieran estar si con tan escasa capacidad de soplo fuese capaz de derribarlos… Bueno, es que se pone tanto ardor en la inmediata contra, que la bola sale del campo de puro impulso excesivo. Es maravillosamente increíble notar que la lectura se hace rápida y poco analítica, pues, de hacerlo bien, no se podría afirmar (de mi anterior colaboración) que induzco a nadie a nada, sino que primero aclaro (créaseme la inocencia de la sinceridad), que respeto todas y cada una de las CREENCIAS, aunque no las comparta.
Y aquello de las idas y venidas, de los cambios de chaqueta, de los conversos peligrosos, es un pensamiento recurrente mío que utilizo siempre como aviso de navegantes (les tengo fobia, lo confieso también). Si personas de este foro lo han sido, ellos se lo sabrán, y yo acá no andaré de acusador ni de defensor de la moralidad de nadie. Quienes saliesen o entrasen, en su día, de chorrear aguas benditas a abrazarse al laicismo, o al revés (que también los hay), deben sopesar en conciencia el por qué lo hicieron, que unos la tendrán y otros sólo procurarían sus más inmediatos beneficios. Yo no he escrito sobre mí nada al respecto (pues nunca lo hice); pero sí que se declaró por acá haber pertenecido a un partido y salir del mismo a gorrazos… ¿Quién pues dice qué?
¡Uy, uy, uy!, ¡que me van a lapidar por mis discursos! Primero por hacerlos en sí mismos, y segundo por no adornarlos convenientemente con retorcidas y muy elaboradas razones. ¿Qué se me da a mí, si es ocurrencia común el acudir a la retórica conceptual para embarrar más y más los sencillos pensamientos…? Cosa, pues, muy socorrida para decir mucho sin decir nada. Como la mezcolanza de todo, en un discurso tramposo, para tener a mano las cartas marcadas y su uso oportunista; que así, cuando de política conversemos, se nos rebatirá con doctrina religiosa; cuando nos centremos en lo religioso, se nos llevará hacia el estado social; si de leyes redactadas, nos cortarán con la existencia de una llamada “ley natural”; y así siempre. Eso es lo que yo denunciaba, con mis escasas luces y mis verdades de Perogrullo.
Ahora, ¿verdad es, o no (que ya entro en duda), que se ve la pluma y el plumero cuando se escribe? ¿Verdad que pretende lavarse uno las manos, pilatescamente hablando, cuando esas manos están ya untadas y manchan el papel? ¿Es cierto o no que, cuando se reiteran los argumentos siempre y en la misma línea, y en prensa en la que se colabora también, se deduce (aunque se sea cortico de vista) que tales escritos obedecen a una línea concreta de pensamiento y acción…? Por sus obras los conoceréis.
Conté a mis críos el cuento de los tres cerditos (¡es que soy un cuentista irredimible!) y dejé que el hermano prudente acogiese a los otros dos, al estar sus cabañas derrumbadas por la maldad del lobo. Así me acojo yo a los fundamentos del edificio de la razón bien construida; pues nada, acójeme.
Salud y euros.
 

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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