090202-3

La Fe y la fe
Amigo Paco Fernández:
Es muy interesante tu intervención sobre la fe, me ha gustado mucho y me ha hecho pensar bastante (yo también la he releído varias veces, amigo Diego; también estoy preocupado por el alzhéimer).

Así, quiero hacer alguna aportación a tu exposición, amigo Paco, y de paso hacerte algunas preguntas cuyas respuestas se me quedan en el aire. Que conste que estoy totalmente de acuerdo contigo en todo el planteamiento, sólo que existe un “pequeño” detalle que convendría aclarar. Vamos a ver, dices:
«La fe es una constante del ser humano como “animal social” (que dirían los griegos de la antigüedad). La fe es creer en los hechos y dichos de otras personas, sin haber sido testigos directos de ello, sin haber “experimentado”. En este aspecto es “racional”, porque nos fiamos y “racionalmente” aceptamos la sinceridad del que nos habla. Esto nos tranquiliza y nos da seguridad».
Creo que a eso, que tú llamas constante del ser humano como “animal social”, no se le puede llamar fe, aunque voy a seguir llamándola así; a diferencia de la Fe, con mayúscula, cuya demostración es el objeto y el motivo de este escrito. Según se deduce de tu escrito, esa constante del ser humano, o fe, es el resultado de la memorización de unos saberes, de una contabilización de sucesos, de la acumulación de experiencias, que pueden ser transmitidas e incluso sometidas a estudio matemático: como llevar una estadística o hacer un cálculo de probabilidades, entre otros. La Fe, la verdadera, es algo distinto a la que tú llamas fe. Porque ¿desde cuándo tiene fe el ser humano? Si la fe es creer en los dichos y hechos de otras personas, ¿el primer ser humano tenía fe? Tendríamos que decir que no, porque no había nadie que le contara ni le dijera nada. En cambio, hay que decir que sí, porque esa fe que dices no es la Fe.
El hombre tiene la Fe desde el mismo momento de su creación. Creación que me trae sin cuidado que sea por la vía de la evolución o por la vía de la realización de una figurita de barro; aunque cogeré la teoría de la evolución que es en la que creo.
Aquel homínido que empezaba a destacar de entre los demás por una serie de habilidades adquiridas, que se había desarrollado bajo unas condiciones climatológicas favorables, con abundancia de comida, llegó a un momento preciso y concreto en el que tomó conciencia de sí mismo, fue consciente de la belleza de su entorno, supo y distinguió el bien y el mal, comprendió el dolor ajeno y se solidarizó, observó la inmensidad del universo, se sintió libre de ir y hacer lo que le placía, observó su cuerpo y vio su desnudez y supo que era guapo, etc, etc.
Desde entonces, se siente distinto del resto de los seres vivientes, porque tiene atributos sobrenaturales. En ese preciso momento, puntual y determinado, conoce que hay Alguien que ha querido disponer que las cosas sean así, como son. Se siente elegido, único, privilegiado. Desde ese mismo momento, cree en un Dios creador. Nadie le ha contado nada, ni le ha dicho nada, ni existe experiencia anterior, pero lo sabe. Lo sabe por un don sobrenatural recibido. Esa es la Fe.
Querido amigo Alfredo, no estoy pontificando, son verdades de Perogrullo, tan evidentes y claras que a veces las obviamos de puro simples. En cualquier caso, no deja de ser mi opinión, que tengo el derecho de exponer.
Amigo Paco Fernández, eso es todo. Espero no haberte aburrido; y si lo he hecho, perdona.
Saludos.
 

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