090125-2

Amigo Diego Rodríguez:
Sé que probablemente ya me habrás encasillado como que soy de derechas. No soy de ningún partido, soy del partido del Sentido Común, aunque la única afiliación política que he tenido en mi vida ha sido en un partido de izquierdas, hasta que me echaron a palos. Sí, a palos.

Con este proceder tan expeditivo ya te puedes figurar de qué partido se trataba. (Un inciso para decirte que Manuel Gordillo no me gusta como modelo de nada; no es por nada, sólo cuestión de gustos). Siempre estuve más cerca de las izquierdas y he votado siempre a la izquierda, justamente hasta que Felipe González se “enteró” por los periódicos de que en sus ministerios la gente se llevaba los dineros a su casa, casualmente coincidiendo con la celebración del centenario de la fundación del PSOE y de la UGT, en la que se exhibía un eslogan: «Cien años de honradez»; (reveses que da la vida). Algo parecido sucede hoy con ZP, que se ha enterado de que estamos en crisis porque los periódicos no paran de hablar de ella y porque se lo han contado en el extranjero.
Pero vamos al conflicto de Gaza y dejemos la Economía, porque para ello hay que tener “mucha fe” en las cifras.
Te agradezco mucho los argumentos que das para justificar el apoyo que mantienes a los palestinos, y por añadidura al mundo musulmán, en este conflicto. Te lo agradezco mucho porque ellos mismos se van a volver contra ti. Algo así como que “te sale el tiro por la culata”. Y no te tomes a mal este lenguaje de saloon, que no deja ser metafórico y que “alguien”, equivocadamente, se lo ha podido tomar muy a pecho. Quizás falte en el frontispicio de este genuino establecimiento un subtítulo aclaratorio que rece: “Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”, al estilo de aquella advertencia que se nos hacía en algunas películas y que nosotros, ignorantes del inglés, traducíamos por “créaselo usted a pié juntillas”.
Pero nos encontramos en Gaza, lejos del saloon. Dices: «Yo tengo debilidad por los pueblos oprimidos que sufren la hegemonía de otros». Según deduzco de la totalidad de tu texto, el pueblo “hegemónico” es Israel. Por favor, Diego, eso no me lo creo si vinieras respaldado por el mismísimo sherif. Pues ¿no dices que los países árabes tienen un sentido colectivo de unidad que puede desembocar en un conflicto mayor? Me figuro que sabrás con qué países tiene frontera Israel; los judíos son cinco millones de habitantes, viviendo en un pequeño enclave de territorio rodeado de árabes por todas partes, menos por una: el mar Mediterráneo. Mientras el mundo musulmán rondará los 1 500 millones, totalmente unidos, como bien dices. ¿Cuántos países árabes viven en democracia? Ninguno. Israel es el único país democrático en toda la extensa zona. Por otra parte, analizando toda la trayectoria del pueblo judío a lo largo de la historia, puede sonar a sarcasmo tratar de definirlo “hegemónico”
Irán no para de amenazar que “barrerá” a Israel con bombas atómicas. Totalmente de acuerdo, sin la menor duda.
Ahora tú me preguntas: «¿Tú ves bien que Israel tenga la bomba atómica y a Irán no se le permita?». La respuesta la vas a dar tú sólo, pero primero vamos a analizar el planteamiento de tu pregunta. Partes de un error colosal. Estás poniendo en plano de igualdad a dos países, cuyas características son las siguientes: uno de ellos se rige por principios democráticos, por una constitución, con todo lo que ello conlleva; el otro se rige también por otros “principios democráticos”, cuya “constitución” es la que rezuma el Corán: “muerte al infiel”, entre otras lindezas por el estilo.
Hasta ahora no se han tirado bombas atómicas, a pesar de que Israel la tenga (dices tú), y que también la tengan los EE UU y varios países europeos más o menos directamente implicados en el conflicto.
Ahora, por favor, dame la respuesta. ¿Qué pasaría si Irán tuviera la bomba atómica?, como parece ser que es tu deseo. A mí, francamente, no me gustaría vivir para entonces.
Saludos, Diego.
 

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