Descubriendo caminos, 4

02-11-2008.
EXPERIENCIAS EN EL TERCER CICLO DE PRIMARIA
Pablo Gómez, antiguo compañero y excelente profesor de Matemáticas en Educación Secundaria, me visitó en mi aula y al ver la maqueta de barro que los niños y niñas de 6.° construían de una ciudad maya, se interesó por nuestra forma de conocer las culturas precolombinas.

Le conté cómo descubrían estas civilizaciones y su evolución durante cinco siglos hasta llegar a la situación de pobreza e injusticia social en la que viven actualmente, además de aprender otros aspectos históricos y geográficos. Colaboraron en esta experiencia varias personas de diferentes países (México, Uruguay Guatemala, Chile, Perú, Bolivia…) que localizamos en Málaga, invitándolas a participar en nuestras puestas en común. Pablo me animó a participar en el concurso de experiencias educativas de Editorial Santillana, consiguiendo ser finalista en 1998.
En el curso siguiente, planifiqué un trabajo muy diferente, pero no menos interesante: descubrir el entorno natural buscando el bosque mediterráneo que debió existir en los alrededores de nuestro colegio. No lo encontramos, pero sembramos la semilla de la inquietud ecológica en los niños y niñas de sexto curso de Primaria, que investigaron la escasa flora existente en el entorno del arroyo Gálica, extrajeron la clorofila de las hojas en un experimento de laboratorio, aprendieron a clasificarlas, observaron las diferentes formas de reproducción vegetal y reforestaron una zona de los montes de Málaga, plantando más de quinientos árboles y arbustos de especies mediterráneas, contribuyendo a la formación de una cubierta vegetal que impida la erosión por lluvias torrenciales.
Así surgió ¿Dónde está el bosque?, primer premio Santillana 1999. Significó para mí el reconocimiento a un estilo, a una forma de entender la escuela, a un modelo en el que las actividades tienen un nuevo sentido, a la participación activa del alumnado en el proceso educativo basado en la memoria comprensiva y no en el aprendizaje mecánico y memorístico, al uso del entorno y el trabajo de campo como punto de partida, a la evaluación como instrumento para mejorar el aprendizaje…
Me propuse seguir en esta línea, defenderla como había hecho hasta ahora y difundirla, dentro de mis posibilidades, como modesta contribución al cambio que la escuela necesita.
—¿Has visto la película La lengua de las mariposas? —me preguntó Macarena, alumna de 6.º de Primaria, mientras realizábamos un experimento sobre la biodiversidad.
—¿Por qué? —le respondí.
—Hace muchos años un maestro de un colegio de Galicia enseñaba a descubrir la naturaleza a sus alumnos de forma parecida a la nuestra, investigando en su entorno.
—Buen método —dije—. ¿Y qué más?
—Hay una cosa que no me ha gustado —continuó Macarena—. Yo no te traicionaría nunca.
Vi la película y al día siguiente hablé con ella sobre la coherencia de las ideas, la firmeza en los criterios y la influencia de las circunstancias en cada uno de nosotros.
—A ti no te gustaría parecerte a ese niño —le dije—. A mí sí me gustaría ser coherente como el maestro que interpreta Fernán Gómez.
En el curso anterior habíamos investigado el entorno del Colegio (¿Dónde está el bosque?); ahora pretendía profundizar más en un experimento científico.
¿Es posible la investigación científica en la escuela? Intuí que los niños y niñas de once-doce años no sólo podían investigar, sino que se apasionarían con las ciencias si el enfoque era el adecuado para su edad, se sentían protagonistas y trabajaban en equipo, manipulando los materiales necesarios para el experimento.
La idea me la dio José del Moral, antiguo compañero de colegio, ahora investigador y experto en nutrición en la Junta de Extremadura. Él me enseñó cómo demostrar que las plantas mejoran, asociándose a otros seres vivos en vez de provocarles crecimientos artificiales con abonos.
Pensé que era de gran interés por la creciente sensibilidad social hacia temas de medio ambiente y alimentación que estamos viviendo. El experimento del garbanzo ‑así lo llamaban mis alumnos‑ fue divertido, sencillo y muy educativo desde el punto de vista ecológico. La curiosidad por la ciencia se despertó, el sentido crítico hacia lo que comemos y una conciencia ecológica fueron otros objetivos conseguidos en la experiencia educativa Descubrimos la biodiversidad, presentada en el V Congreso de Innovación Pedagógica Attendis (Algeciras 2003).

 

 

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