Hoy en día estamos comprobando que la jubilación es más genuina que el casamiento ya que aquélla se realiza sólo una vez en la vida y éste, con los tiempos que corren, se puede y suele repetir varias veces, pero con distinta pareja… Mas en vuestro caso esto se conforma de una manera muy especial pues lleváis tres bodas con la misma persona, ¡menudo reto para las nuevas generaciones que seguramente habrán de rebajar el número de años para acceder a las bodas de plata, oro, platino, diamante…!
Andaba yo por el otro mundo, quizás llamando a la puerta de éste en el que me encuentro, con ansias desesperadas de probar el dulce ungüento que es la vida, cuando presto disteis la orden soberana para que fuese formado con carne de vuestra carne y sangre de vuestra sangre… Y así me hice pequeñísimo ser por arte y gracia de vuestro amor ‑al igual que ocurrió con mis dos hermanos‑ y fui creciendo, primero dentro del seno materno, para luego viajar al exterior y aspirar ese aire puro, esas sensaciones agridulces; para ir caminando pasito a pasito por el sendero de la vida que vosotros dos me marcasteis. Me regalasteis no sólo la vida sino la palabra, el sentimiento, la vista, el oído… Me mostrasteis pacientemente cómo la sonrisa es la mejor presea de cualquier ser humano; me indicasteis el camino de la cultura, del agradecimiento, del cariño… Aprendí de vuestros labios las palabras más tiernas que todo infante puede evocar: mamá…, papá…, os quiero…
Y crecí en vuestro seno familiar sabiendo apreciar vuestra dedicación y entrega, vuestro sano y esforzado vivir cotidiano. Mi mente fue albergando ‑y aún sigue‑ toda clase de recuerdos que son la sustancia de mi vivir y que yo he tratado de transmitir a mis hijas y a mis alumnos.
Sueño a veces que yo soy un niño celoso de vuestro amor y vengo a cobijarme bajo vuestro regazo cuando el frío, la enfermedad, la fiebre o el miedo pretenden anidar en mí. Mas esta cantera de vivencias y recuerdos son un caudaloso venero para ir entrelazando este duro cañamazo de que está constituida la vida y el tiempo inexorable.
Bien que recuerdo esos días de verano en que con la bicicleta iba todo ilusionado a Santa Eulalia –Santolalla, como decíamos y le seguimos diciendo vulgarmente‑, con el fin de ayudar en lo posible; y esos dieciocho años de tienda de ultramarinos entre la calle Llana de San Nicolás, 29 y la calle Santa Isabel, 7; y ese aprehender tantos y tantos aprendizajes: el lenguaje oral, la escritura, montar en bici, nadar, sentir, soñar, vivir, amar…
Pasan por mi mente esos flashes imperecederos de las mañanas lluviosas y frías de invierno cuando, tú papá, oías las noticias muy de mañana, con el órgano de fondo y el Buenos días Señor de Federico Sopeña; o la primera vez que trajeron la televisión en blanco y negro ‑¡qué más se os pedía pedir por entonces!‑ con el Gato Félix como primera imagen televisiva en mi mente infantil de siete años… Cómo no recordar, paladeando, los ricos desayunos de sopas en leche salpicados de trozos de chocolate o la multitud de faenas caseras que, tú mamá, llevabas a cabo diariamente…
Y qué decir de esos días de recogida de aceituna con abuelitos, titos y primos por esos campos de Dios. ¡Qué cansancio, pero qué gozo! Qué bien sabían todas las comidas en el tajo, qué apetito atroz, qué buenísimo estaba el tocino magroso…
Se me van entrecruzando infinidad de impresiones que conforman este sueño feliz de estar viviendo.
Aún me acuerdo de la pedrada que recibí en el pilar de la calle Llana de San Nicolás, aquella noche aciaga en que nos batíamos dos bandas de calles enfrentadas… También conservo el sabor complaciente de llevar buenas notas a casa y recibir premios por ello. Y la sensación de alegría, cuando desayunaba ese rico chocolate ‑puesto sobre manteles blancos‑ en la fiesta que Las Angustias celebraba todos los años en el Hospital de Santiago… Y cuando coroné mi carrera de Magisterio palpé ese gozo vuestro al saberlo, a la vez que disfruté en esos viajes a Málaga con vosotros dos, padre y Antonio, para enterarme de que había aprobado las oposiciones de maestro…
Son tantos y tantos los momentos ‑muchos más los buenos, pues los negativos se han ido borrando con el paso del tiempo…‑, que no tengo más remedio que agradeceros esa larga vida ‑y que Dios quiera sea lo más extensa posible‑ de que gozáis y nos habéis proporcionado a todos, a estos hermanos que me habéis dado, a esos nietos y biznietos que son la nueva savia que va exhalando vuestra existencia, por vuestro mutuo amor hace ya, sesenta años. Toda una vida vivida como un sueño, pero que es más real que el sol que nos alumbra; que este amor que os profesáis y os profesamos, pues sin vuestra amorosa intención ninguno de los tres hermanos, y las ramas que los adornan, existiríamos…
Tú mamá, luchadora incansable contra la enfermedad y las múltiples dolencias que a diario, en esta vejez dorada ‑colmada de hijos, nietos y biznietos‑ te atenazan; pero has de alegrarte porque sigues siendo dueña de la nave capitana, teniendo como buen grumete a papá que, poco a poco, ha sabido y querido reciclarse en fiel dependiente de la bolsa, pues es el encargado oficial desde tiempo ha, de hacer las compras y el suministro de la intendencia hogareña; y además está alcanzando cotas destacadas en su nueva función de “amo de casa”, ya que bajo tu atenta mirada, la cocina, el lavado, el riego y la poda de macetas –incluido su traslado‑ van adquiriendo cotas de autonomía casi loables.
Y aquí los tenemos, a estos “novios eternos” que piensan llegar a los 75 años de casados dando ejemplo a todo el mundo, especialmente a ésta, su extensa familia, transmitiéndonos un claro y sencillo mensaje: «cuando el verdadero amor se funda en la entrega mutua, en el perdón cotidiano, en la consideración auténtica del otro… es un amor que perdurará para siempre…».El vuestro se ha ido transmutando con el paso de los años, trocándose de la sexualidad de lo femenino y lo masculino, del yin y del yang, en un fraterna y dichosa amistad que usa el diálogo permanente a pesar de que se vayan apagando las agudezas visuales, auditivas, y vitales al fin, mientras se va incrementando ese rescoldo de enamoramiento primario y juvenil, sin olvidar esas discusiones y puntos de vista distintos de ambos que son “la sal y la pimienta” de vuestro largo y fructífero convivir cotidiano, y que esperamos sea todo lo largo que Dios quiera, pues vuestro amor ha fructificado, cual árbol frondoso, en esta familia de hondas y tiernas raíces que tanto os quiere y que pretende devolveros, aunque se mínimamente, todo lo que como buenos esposos, mejores padres, incomparables hermanos, tiernos abuelos, dulces bisabuelos… nos habéis entregado gratuitamente. Por eso, nada mejor que deciros simplemente «gracias por todo pues os queremos mucho y os lo merecéis todo». Os pedimos que sigáis amándoos en la libertad suprema y orgullosa que Dios os ha marcado, y que vuestra sabia y longeva naturaleza os siga colmando siempre… ¡¡Cuántos años de cariño adobados cual rollitos de chocolate y almíbar de vida tierno…!!
Sois ‑y habéis sido‑ forjadores de sueños cotidianos, fabricantes de ilusiones que, con vuestro siempre afanar diario, habéis sabido enhebrar en un gran rosario del que sería imposible contar las cuentas de que se compone…
¡¡Gracias mamá y papá por habernos enseñado e insuflado este nuestro delicioso idioma castellano que tiene palabras tan bonitas y tan tiernas como mamá, papá, amor, hermano, alma, abuela, sentimiento, primo, luz, “titos”, agradecimiento, hija…!!, y, primordialmente, por ofrecernos el ejemplo más genuino y auténtico, visto a diario en vosotros cual concierto sinfónico de amor, de entrega, de puro desprendimiento, pleno de bondad y desasimiento…
Quiero también recordar ahora y aquí las ansias de mi padre por dejar huella impresa en libros y artículos, incluso haciendo sus pinitos en el mundo teatral, sus años de rapsoda y poeta, en su vejez regalada, en el Hogar del Pensionista, y cómo se ha redescubierto en artesano del rosario con múltiples materiales y en especial con huesos de aceituna, queriendo llegar a ser guinnes, aunque ya lo sea, pues son miles los rosarios elaborados y regalados, incluso vendidos, que se encuentran hoy en día desperdigados por toda la geografía nacional, como adelantados de nuestra tierra y de su persona…
Y cómo olvidar a mi querida madre cuando las dolencias óseas, renales y de todo tipo aún no le habían afectado; y que, a la vejez, ambos se convirtieron en mozos, cantando villancicos y canciones carnavaleras, a la vez que se hicieron viajeros por toda la provincia y, de la mano del IMSERSO –casi gratis‑, por toda España. Habéis sido maduros viajeros, bien pagados por la juventud e infancia antaño robadas…
Y tú papá, aprendiz de escritor a la senectud, cuando en la infancia y juventud no tuviste tiempo para ello, pues la guerra y sus miserias así lo demandaron. ¡Qué gran escritor podrías haber sido si hubieses tenido las bases en su tiempo…! ¡Ni Muñoz Molina te hubiese igualado…, con tu memoria portentosa y tu amor a la poesía clásica…!
Quiero evocar nuevamente a mi madre, tantos años pendiente de su casa ‑que siempre será la nuestra‑, echándole siempre una mano a su marido en las tareas de los “atarres”, hasta que cayó enferma y tuvieron que poner una tienda de barrio, durante casi dos décadas, para complementar la exigua economía familiar… Siempre cosiendo, siempre con las faenas de la casa, siempre mimándonos con esa dulzura que a ella le caracteriza, siempre apoyándonos a todos: marido, padres, hijos, nietos, biznietos… Gran cocinera, con especialidades supremas en tortilla de patatas, de la que durante mucho tiempo ‑estando soltero‑ cené sin cansarme; nunca podré olvidar su exquisito estofado de los domingos, ni las dulces aceitunas aliñadas al alimón con papá, que ‑incluso a mis hijas‑ siempre nos han sabido a gloria…, ni sus “fritillos” que tanto me entusiasmaron… ¡¡Mamá, siempre te recordaré lozana y con ese aliento joven como se te ve en las fotos, donde siempre fuiste mi artista preferida de aquellos años infantiles que se han agrandado con el tiempo…!!
Nuestros recuerdos mariposean por los distintos domicilios por los que habéis pasado: calle Pintor Orbaneja, donde os conocisteis y casasteis; Minas, donde yo nací; Trillo, donde el paso nocturno de los camiones meneaba hasta las camas; Llana de San Nicolás, gracias a los buenos manejos de la abuelita Josefa y tuyos, mamá, con sus extensos patios y huertos donde las uvas y los higos dulcifican hoy en día más mis recuerdos infantiles y juveniles; Obispo Puerto, con la ilusión de un piso a estrenar; y actualmente, en vuestro último y lujoso destino, en una de las calles más bonitas de Úbeda: la Cava, con sus jardines y unas inmejorables vistas al torreón y a la muralla…
También quiero recordarte a ti, papá, en tus distintos trabajos dentro de Casa Biedma, donde fuiste tan pequeño a instalarte, y cómo fuiste ascendiendo de recadero a albardonero y luego a vendedor al por mayor… Y de tu amor por los animales y el campo… con ese chalé que con tanto esfuerzo e ilusión os construisteis ambos para disfrute familiar… Llegaste a ser jubilado joven y glorioso, a tus 60 años, para trabajar durante más de 20 en el oficio que más has deseado siempre: el trato directo con el público, por tu cuenta, y en especial con “las mariquitas” de turno para venderles ‑muy de mañana‑ todo lo que un buen vendedor sabe ‑con su verborrea‑ ponerle al alcance de la mano… Según tú nos has contado, han sido “los mejores años de tu vida” a pesar del frío, del calor, de la intemperie, de los resfriados continuados que todos los años cogías por esos mercadillos del Señor…
Quiero comunicar, por último, esas indescriptibles sensaciones que sentí cuando fui a haceros las fotos de vuestras “Bodas de Platino” como dos bisabuelitos enamorados, y lo que he disfrutado y sentido preparando este merecido homenaje producto de vuestro empecinamiento: «seguir queriéndoos hasta que la muerte os separe…». ¡¡Fenomenal ejemplo!!
¡¡Gracias por todo: gracias por la vida, por vuestro ejemplo, por la sensatez y el ahorro derrochados, con esa mirada tierna con que nos premiáis día a día…!!
¡¡¡Mamá…, papá…, VIVIR ES UN LINDO SUEÑO si se tiene la suerte de tener unos padres como vosotros: seres entrañables de un magno proyecto…!!!
Úbeda, 26 de mayo de 2007.