03-10-06.
Ilustres amigos y estimados cafeteros:
Como suspiro de monja pasó el verano. Entre el canguelo de que me volasen los puntos del carné, mi inquietud por los incendios en Galicia, la inagotable riada de cayucos a Canarias, el envío de tropas “caritativas y humanitarias” al Líbano y el miedo a encontrarme el piso desvalijado a mi regreso, he pasado las vacaciones con preocupación y nerviosismo. Tres kilos he perdido. Pero gracias a Dios ya he vuelto a la paz del trabajo diario, a los viajes, a las exigencias inexplicables y a los madrugones. ¡Esto es vida!