Recordando a Tanguy

«Paz a las gentes que padecen de soledad y pan para todos los niños de la Tierra»
Hermanos safistas, hermanos todos y familias: Acabo de colgar el teléfono tras hablar con nuestro “Don Jesús” y al instante, he comprobado que mi Navidad necesitaba de su voz y de su cariño, casi tanto o más como él necesita de nuestro calor y de nuestro recuerdo; recuerdo en el que esta Noche Santa, estaremos arracimados todos los que hemos tenido la buena nueva de conocerlo en estos sotos de presuras.
Al despedirse, enternecido, me ha regalado este mensaje: “¡Pablo, esta Nochebuena, vosotros seréis mi fortaleza!”.

Ante esta rotunda afirmación (don Jesús acababa de hablar con Antonio Lara), he querido traer al portalico de nuestra abundancia la Nochebuena de un niño safista que en 1942 padeció de soledad en su Nochebuena, sin otro objetivo que el de dar gracias a las alturas.
Aquel niño, años más tarde safista de Úbeda por obra y entrega del jesuita Mariano Prados, era Miguel del Castillo, “Tanguy”, que en la página 95 de su libro, en el capítulo XIII, nos narra su Nochebuena de 1942, sobre el tremendo escenario de Mathausen.
Escribía esto:
«Navidad de 1942. Tanguy no podrá olvidarla jamás. La revista de la tarde fue más corta que de costumbre, y el comandante les deseó una feliz Navidad.
Después, los altavoces comenzaron a transmitir cánticos navideños. Sobre la sopa flotaban peladuras de patatas y era menos roja que de costumbre. A todos le pareció que el trozo de pan era más grande.
Tendido sobre su jergón, Tanguy meditaba. Sentía afluir a él la infinita nostalgia de las Navidades que nunca había conocido. Navidades que hubiera podido pasar en la tranquilidad del hogar, con un hermoso árbol multicolor y centelleante. Experimentaba en él la nostalgia de todos los niños que, sin padres y sin amor, han soñado con una Navidad».
Tanguy, poco me he de equivocar, tendría por aquellos días, unos nueve añitos.
Esta noche, estaremos rodeados de nuestros hijos y de nuestros nietos –niños Tanguy en sus sueños, que no en la realidad‑, porque ellos no tendrán la nostalgia, sino el cariño presente y los besos calientes de todos nosotros. Y en sus platos de sopa no flotarán ‑Dios no lo quiera‑ peladuras de patatas.
Sólo habrá una gozosa coincidencia: Que en nuestras mesas habrá un coro de voces niñas cantando ese villancico universal de ¡Noche de paz, noche de amor!, villancico que también cantó Tanguy, pero que tuvo que hacerlo, por orden del terror en alemán. ¡Stille Nacht, Reilige Nacht!
Lo dicho: ¡Paz y pan para todos los niños del mundo; paz, pan y libertad!
Copyright © por AA-MAGISTERIO-Safa-Úbeda Derechos Reservados.
Publicado en: 2005-12-24 (77 Lecturas).

Deja una respuesta