La vida en un columpio

Por Emilio Hernández.


Jesús, dices que tu vida ha discurrido sobre un columpio permanentemente en marcha y dudoso entre lanzarte hacia adelante o hacia atrás, y así sigues, ahora que tu vida se ha tornado en un movimiento pendular más sosegado, con menos ángulo, como si el material columpio, ya tan impregnado de ti, apreciara que su viajero en cualquier momento le va a abandonar, le va a dejar huérfano después de más de ocho décadas de constante ocupación y compañía; se va a marchar sin posar los pies en ningún suelo, con alas doradas, al palomar del horizonte inmenso de la Tierra de Campos, allí donde la vista humana no distingue el cielo de la tierra.
Lo del columpio de la duda, vale; pero, cuando el otro día nos reunimos en Valladolid unos pocos de los tuyos, pude apreciar que tantos años de vaivén, de ir y volver, no han sido capaces de marear tu alma, tu corazón, tu voz… Tu voz sonaba igual de rotunda que cuando hace cuarenta años enredabas ya entre los jesuitas de las escuelas de Cristo Rey, tratando de innovar sin que se notara mucho, porque la inercia era y es la fuerza más dominante en las instituciones establecidas y añejas, quizá un poco rancias, y no está ni estaba bien visto por las jerarquías que alguien que ni era ni dejaba de ser cura tuviera ideas un tanto revolucionarias sobre el sistema educativo y pedagógico. Lo revolucionario ‑permítemelo como licencia‑, convendrás conmigo ahora que es muy bonito mientras se planifica y se lucha; pero, al final, debajo de los adoquines, no hay arena de playa…

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Corazón de payaso

Obediente y por gozarme en los recuerdos, reseñé a colegas de mis años en Úbeda.
Pensar en una galería de alumnos me tienta como clasificar estrellas… que sólo maravillas podría consignar. Pero tantos… y tan premioso el tiempo. Dejadme que hoy, por justa compensación, os hable de otros pastoreos.
No; no sólo los de Úbeda. Tengo otras ovejas que también llenan el redil de mi vida. Y hoy también me abruman en gozo y consuelos.

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Recordando a Tanguy

«Paz a las gentes que padecen de soledad y pan para todos los niños de la Tierra»
Hermanos safistas, hermanos todos y familias: Acabo de colgar el teléfono tras hablar con nuestro “Don Jesús” y al instante, he comprobado que mi Navidad necesitaba de su voz y de su cariño, casi tanto o más como él necesita de nuestro calor y de nuestro recuerdo; recuerdo en el que esta Noche Santa, estaremos arracimados todos los que hemos tenido la buena nueva de conocerlo en estos sotos de presuras.
Al despedirse, enternecido, me ha regalado este mensaje: “¡Pablo, esta Nochebuena, vosotros seréis mi fortaleza!”.

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Atrevidos e intrépidos

11-03-07.
Atrevidos e intrépidos buscadores de información son mis alumnos y alumnas del grupo de 6.º B de Primaria del colegio «Jorge Guillén». Incómodos para algunos maestros, por la dificultad que supone trabajar con ellos en silencio absoluto, al más puro estilo británico. Pero no son británicos: son mediterráneos; y para más señas, “boquerones malagueños”, como suelen llamar a los habitantes de estas playas de la Costa del Sol. Son graciosos, tiernos, cariñosos, entrañables, ocurrentes… y ávidos de aprender. ¡Casi nada! Acostumbrados a expresar libremente lo que piensan, son críticos con ellos mismos y con los demás. A pesar de la influencia de la “basura” televisiva, orientada a atentar contra la intimidad de todo el que se pone por delante, su opinión es, siempre, para proponer mejorar la convivencia, las normas, las formas de evaluar, las técnicas de trabajo… Porque también esto lo aprenden, si se les enseña a practicarlo.

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