Annual

En uno de mis viajes a Nador, el taxista que me trasladó del aeropuerto de Melilla a la frontera, tenía una facilidad notoria para relacionarse con los clientes. Me sorprendió la facilidad con que manejaba los datos sobre la Historia del Protectorado Español en Marruecos.
‑¡Veinte mil muertos en aquella estúpida guerra! ‑exclamó, refiriéndose al desastre de Annual.
El trayecto, relativamente corto, fue suficiente para que me diese su visión del conflicto, consecuencia de intereses personales de unos cuantos políticos y militares, según sus propias palabras.

‑¿Cómo sabe tanto sobre Annual? ‑le pregunté.
‑He leído el libro de Manuel Leguineche –respondió‑, mientras aceptaba mi modesta propina.
Manuel Leguineche, Premio Nacional de Periodismo y Pluma de Oro, entre otros galardones, es un prestigioso periodista y riguroso  historiador. Su obra Annual 1921 es un documento histórico de un incalculable valor para entender esa inexplicable vocación africanista de algunos militares españoles, apoyados por políticos, que veían en el norte de África la recuperación del sueño imperial de otras épocas.
No es mi intención disertar sobre un acontecimiento histórico sobradamente conocido; pero, después de la vivencia que experimenté en Nador, el día 7 de agosto,  con ocasión de la presentación de mi libro Al son de una casida, siento necesidad de volver a escribir sobre este desencuentro.
Mis amigos marroquíes, Hassan Metaich y Abdel Alí, me llevaron al valle de Annual. Valeroso viaje a 44 grados de temperatura, avería de coche incluida, en una carretera peligrosísima por su estrechez, tortuosidad y falta de señalización. No obstante, mereció la pena. El minuto de silencio por aquellos infelices compatriotas, que dieron su vida un caluroso 20 de julio de 1921, provocó la emoción en quienes compartimos el solemne momento. Veinte mil bajas españolas, no llegando a mil las pérdidas del ejército rifeño, bajo el mando de Abdelkrim, fue el balance de la batalla.
Al mes siguiente del desastre, el ministro de la Guerra creó la comisión, dirigida por el general Picasso, para investigar las responsabilidades.
Un año más tarde, el golpe de Primo de Rivera, exigiéndole todos los poderes al rey Alfonso XIII, dio carpetazo al asunto y truncó los esfuerzos de la comisión, que calificaba de temerarias las actuaciones de los generales Silvestre, Berenguer y Navarro.
Cuatro años después, el ejército rebelde se rinde en 1927 al general Sanjurjo. La victoria, considerada como la salvación del orgullo nacional perdido en Annual, fue el principio del patriotismo desmedido que condujo a media España a aplaudir el golpe de estado y posterior dictadura de uno de los héroes del desembarco de Alhucemas: el general Franco.
El 8 de septiembre de 1925, el general Primo de Rivera envía a Madrid el siguiente telegrama: “Yo quiero hacer constar que este día, que considero bueno para España y glorioso para su ejército de mar y de tierra, es el día de la Virgen a quien todos los españoles, yo entre ellos, habíamos pedido el triunfo”.
Hubo ofrendas florales a todas las Vírgenes de España, convirtiéndose ese día en la onomástica de muchas advocaciones marianas. En Málaga es una fecha doblemente significativa: festividad de la Virgen de la Victoria, patrona desde su triunfal entrada en 1487, y conmemoración de la victoria de Alhucemas. Todo un alarde del Nacional‑catolicismo. El militarismo religioso convirtió a la madre de Jesucristo, en fiel aliada de la eterna cruzada contra el Islam.
Hoy, 8 de septiembre de 2005, escribo estas líneas como homenaje a aquellos españoles de las capas sociales más pobres, desnutridos y harapientos, que lucharon por un falso honor patrio. Y por los beréberes del Rif, calificados por la prensa española de la época como salvajes, sanguinarios, traidores y sádicos, sin comprender que todo lo que hicieron fue luchar en legítima defensa.
El taxista de Melilla, gran conocedor del Rif, decía: “gente buena y hospitalaria”, refiriéndose a los habitantes de la región del norte de Marruecos. Efectivamente, en mis encuentros culturales con Tetuán y Nador, como miembro de la comisión Interreg III-A, los rifeños nos ofrecieron amistad, afecto y hospitalidad.
Desde estas sentidas palabras, les envío a todos ellos, mi gratitud y reconocimiento.
Salam Alaikum.
 
 
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Publicado en: 2005-09-10 (32 Lecturas).
 

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