Coito último

29-03-07.
Poema 143
– I –
Dibujo labiamente el mapa de tu cuerpo,
y jubilosa vienes, velozmente pabilo,
la noche se nos masca entera su vigilia,
alegre juego luego, cerilla en el escorzo,
violeta y rosa juegan fundidos en la quema;
mi lengua te descubre, cual pálida anaconda,
salivas deslabiadas llegando a tus colinas,
agrestemente agrias, sudor en tus caderas,
me babeo tu ombligo, sembrado en el mordisco,
la lluvia frágilmente gotea en los cristales…
mientras sigue sonando Neil Diamond.
 

– II –
Tu lengua imán husmea, gozosa, mis olores
y se eriza y se enciende, y se alunera,
brincando un ritual de flores y caballos,
abisalmente ardido en ascuas de cerezas
con la luz y el sabor de un potro herido;
tibiamente desciendes, sin voz, hacia la muerte,
bebiendo, tartamuda, la ardiente caracola,
tendido en tu galope, ligero en mi combate,
más arriba el ánfora, la nube vorazmente
adentra sus imanes, robándome el instinto…
mientras sigue sonando Neil Diamond.
 
– III –
Viene luego el silencio, la soledad sonora,
la ocultamente vigilia pensativa,
y tu piel, tensa y leve, sutil, adiluviada,
se respira y se embebe, frugal, desaparece
en un sueño de mimbre y carabela;
duerme ya tu cuerpo feraz, multiplicado,
dulce mujer, sembradamente húmeda,
con la silente voz de nuestros nombres.
Y, habitando en tus manos mi alegría,
el sueño, enamoradamente, me devuelve tu rostro…
mientras sigue sonando Neil Diamond.

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