08-01-08.
A Manuel Jurado,
por dejarnos saborear sus artísticos terrones de azúcar
que se deshacen, porque así los elabora, en el paladar agradecido.
por dejarnos saborear sus artísticos terrones de azúcar
que se deshacen, porque así los elabora, en el paladar agradecido.
Siempre hay un primer pío-pío que despierta los amaneceres. Le sigue otro, luego otro y, de seguida, miles que programan los sueños en concierto.
Unos petos amarillos anónimos limpian y riegan el camino, en libre abanico, para que pasen las prisas y se escondan las últimas sombras.
Así comienza cada día anunciando canciones. El gran Sol se asoma a continuación y calienta el salón de la vida.
El olor a pan recién hecho invade los rincones del alma y el sabor oscuro del café despeja recuerdos.
La historia camina vacilante con sus mil pequeñas historias saludando quehaceres y acariciando ilusiones.
Luego, los niños preguntan por los deberes de los juegos. Las madres lloran complacidas porque crecen sin condiciones.
Hoy es verano y la tarde se alarga.
Que no vengan, Dios mío, los poderosos vientos salvadores.
Enrique Hinojosa Serrano.
11 de julio de 2007.
11 de julio de 2007.
Nota del redactor-jefe (sin presiones ideológicas):
Me he encontrado este correo, porque estoy eliminando los antiguos, y me he quedado asombrado de su no publicación. Le pido disculpas a Enrique.