EL MAR, LA MAR
Por el horizonte asoma la aurora,
y el mar, dócil, se agita y despereza
moviendo con las olas su belleza
mientras la noche, con su embrujo, llora.
Se aplana después, hacia el mediodía,
reflejando sus destellos dorados
bajo un cielo inmenso y azulado,
que intenta suavizar su melodía.
Se embravece luego, en la vesperada,
y recobra su condición bravía
con el Sol y el azul en retirada,
dejando la playa sola y sombría.
La mar abre la noche, seductora,
que incita galante y cautivadora.
La Torre, 16-08-20
Juan Antonio Fernández Arévalo.