COMPARTIMOS SÓLO UN DESASTRE LENTO
ESTE desastre unívoco que surge
dentro de mí, contigo como ejército
que opone transparencia, me derrumba
los muros interiores.
A guerra andas llamando
porque ya no soportas mis costumbres.
Cuando duermo, levantas tus espadas
y esperas que mi cuerpo se desmaye
para herirme en la frente.
Te molesta que sueñe con un árbol
porque el árbol es música crecida.
Te obsesiona si ronco, si bostezo,
si me peino las dudas,
si hago el amor los jueves y los sábados,
si me cito con viejas solteronas
y les pongo las manos en los muslos
—que es caridad y nunca desvergüenza—.
Tú siempre dejas llagas en la lucha.
Eres puro y olvidas
que los hombres tenemos
de arcilla los talones.
(Ejercicio Dual, 1979)
CIELO NARANJA
DE naranja es el cielo,
y de ginebra,
y de perro que lame
la sonrisa que prendes
de tus labios
igual que un alfiler,
como bisutería
que es el alba,
y no hay ante ti
espejo si no es lluvia,
y finges que no tiemblas
porque es fuego
lo que en tus ojos
bulle.
Y es la muerte.
Mi secreto.
(Música y nieve, 1992)
DAS MESSER
Y todo pudo se así y no de otra manera:
una hoja de olmo inglés
cayendo levemente,
una mano oculta en los visillos,
un sorbo de coñac.
un cuaderno de notas personales,
un cuchillo.
una gota de sangre,
una gota cayendo levemente,
una mano oculta en el cuchillo,
un sorbo de notas personales,
un cuaderno sin sangre
cayendo levemente
como un cuerpo de hojas
de coñac.
(Manuscrito de Berlín, 1993)
BOULEVARD DES PHILOSOPHES
¡QUÉ manera de dilapidar el tiempo!, siempre encerrados
en la palabra, sosteniendo un edificio de ruinas
y equívocos. No soportáis el olvido y alzáis la voz,
irreverentes, cáusticos, en medio de las aulas
o en los mercadillos de la gloria. Truenos sois
que resonáis en el desierto o ante los ridículos
tenderetes de los maestros callejeros.
Andáis tras el trágico elixir de la sabiduría
y no sabéis que la Vita Vulgaris es un arte difícil
de practicar.
Unas veces ebrios y otras sobrios, vais siempre
urdiendo la trampa de la razón con hilos de niebla
y fuego. Camináis sobre el filo de la navaja,
entre el suicidio y la lucidez, entre el volcán
y la lengua de hielo. Hombres, después de todo,
vulgares transeúntes de eso que aún no habéis
podido definir: la vida.
(Poemas de Ginebra, 1993)
ANTE EL TEMPLO ROMANO DE SAYDNAYA
LA soledad, a veces, consuela del bullicio,
atempera el ánimo. El silencio es
el descanso del griterío, y la oración
callada es el bálsamo que cicatriza
la herida de los cantos corales.
De tanto hablar con palabras prestadas
se ha secado en el hombre su corazón
primitivo.
Es tiempo de repintar calmosamente las paredes
del alma, colocar los iconos santorales
en orden de jerarquía, mudar el agua
de las rosas aún frescas, avivar el fuego
de las lámparas y sentarse en el patio,
bajo las estrellas, a contarse a uno mismo
la historia que no ha vivido todavía.
(Viajero en el desierto, 1993)
TEATRO DE OPERACIONES
SIEMPRE tuvo esta casa dos edades:
la del silencio
y la edad de la música del oleaje.
En realidad es una sola vida:
un cuerpo con dos muertes,
dos balcones, dos ojos
que miran hacia adentro
y prenden
las lámparas de alcohol,
levantan la tapa del piano
y convocan a escena
a los viejos actores.
(Descripciones y olvidos, 2002)