Vicisitudes de la vejez, 23

Llevo tiempo sin acercarme a escribir este íntimo diario (exactamente desde el mes de febrero de este fatídico año 2021), pues las circunstancias familiares, sociales y personales han hecho que me desinflara de mi primer objetivo. Sin caer en la depresión, he estado demasiado tiempo floja y de baja anímica para irles contando a ustedes mis batallitas o las de mi familia y/o amigos más cercanos. He estado pensando en dejarle la batuta a alguna de mis nietas que andan más en este ajetreado mundo que yo, antes de que yo me vaya para el otro barrio; no obstante, voy a seguir en la brecha mientras mi cuerpo y, especialmente, mi mente aguante la embestida en la que me he metido.
He sido testigo desde mi casa y televisión de nuevos engaños con vacunas y fiestas de guardar, buscando convencer al “tragacionista y/o negacionista” de turno que todo lo engulle porque lo dice el que manda o se arroga de supuesta sabiduría…


La creencia en el otro mundo, observo que cada día va desapareciendo por ensalmo a mi alrededor, engullida por el egoísmo más feroz del “yo-mi-me-conmigo”, confitado y promulgado hasta la saciedad por todos los medios y las redes sociales vigentes. Incluso NETFLIX expande su ideología particular, al respecto, como fiel seguidora de la nueva sociedad a conseguir.
Como siempre, los particulares (los sanitarios, por ejemplo) son los que están salvando la pandemia y no los políticos de tentetieso y/o engreídos que no saben más que pelearse públicamente en el Congreso o Senado (dando un mal ejemplo horroroso a la ciudadanía) y en las redes sociales o mítines, con tal de no soltar el sillón de cuatro años o lo que les dure…
Creo que nunca vamos a recuperar la normalidad que teníamos antaño (aunque, por supuesto, fuese mejorable); pero ahora la ansiamos o añoramos, ya que han convertido nuestra vida en una opresión al estilo de los siervos de la gleba medievales, políticamente hablando, tratando de meternos en una nueva y oscura Edad Media de la que será difícil, largo y/o quizás imposible salir.
El “negacionismo” más crudo se ha convertido en la herejía civil número 1 a la que hay que erradicar y combatir. ¡Vaya democracia que estamos construyendo y regalándonos! La absorción o sumisión a las pantallas de las nuevas generaciones es portentosa, con tal de aborregarlas y abotargarlas para siempre, adentrándolas en la ignorancia y en la oscuridad más penosas y frías.
El machismo sigue rampando por sus fueros a pesar de que me encuentre al médico de mi bloque tendiendo él solito la ropa en la azotea y se vean cada vez más hombres -de esa supuesta catadura- con el cochecito del niño paseándolo o cambiándole los pañales; el machismo soterrado sigue existiendo a pesar de los avances y pesares e incluso de las ridículas feministas a ultranza que defienden lo mismo que el machismo, pero para las mujeres, craso error; va a pasar como con los judíos que fueron masacrados por el Tercer Reich de Hitler (la Alemania nazi) en los campos de exterminio; y luego ellos vienen a hacer cosas parecidas en la franja de Gaza con los palestinos actuales; o los catalanistas de pro o supremacistas que defienden el catalán a ultranza y por narices en contra del castellano, haciendo lo mismo o peor que Franco hiciera en su época prohibiendo el catalán; o sea, que se cae en los mismos errores y tan ricamente se defiende lo que no es de recibo ni saludable para el cuerpo ni para la mente con tal de mandar y mandar… ¡La mamandurria dichosa…!
Viene a pelo que les cuente una graciosa anécdota que le ocurrió a uno de mis tíos carnales: que se fue a confesar en los Frailes de Úbeda, como era costumbre antaño, y dio fatalmente con un cura catalán que casi ni lo entendía. Entonces él optó por ir diciéndole alternativamente sí o no a sus preguntas sobre los pecados cometidos, pero con la fatalidad de que llegó la pregunta «¿Te arrepientes de los pecados cometidos?», y a mi tío se le ocurrió decir «no»… Berreó el sacerdote, repitiéndole la pregunta y rectificando a tiempo su repuesta con un «Sí» rotundo; por lo que sus pecados quedaron, al fin, perdonados, pero a cambio de una penitencia de aúpa… ¡No era para menos!
Hoy manda la diosa Ciencia pagada por las farmacéuticas, en gran parte, mientras antaño era la teocracia y el temor a Dios y a la condenación en la vida eterna. Por eso, me pregunto, por qué no nos informan tan machaconamente sobre la Covid y sus bajas (tan detalladamente como lo hacen), de los muertos diarios que se producen (en España o el mundo) por cáncer de los distintos tipos, especialmente por culpa del tabaco, del corazón, de la depresión que acaba en suicidio, etc.; parece ser que todo lo tienen orquestado para tenernos aherrojados y miedosos, ya que con la fiebre aviar lo intentaron, pero se les quedaron demasiados cabos sueltos y les salió rana; ahora han rectificado y lo hacen con mayor eficiencia, desarrollo de medios y contundencia…
¡Dios nos pille confesados…!
Sevilla, 26 de diciembre de 2021.
Fernando Sánchez Resa

4 opiniones en “Vicisitudes de la vejez, 23”

  1. Fernando, antes de nada, Feliz Navidad y Año Nuevo. El artículo que has escrito, genial; cómo nos engañan y nos conducen como ovejas a su antojo; lo malo de todo esto es que los seguimos sin rechistar; como tú dices: ¡Dios nos pille confesados!

  2. Muchas gracias, Inés, por tus buenos deseos y comentario.
    Por eso, siempre es bueno para uno y para el grupo en el que se desenvuelve ser lo más franco y menos borrego posible en temas cruciales…
    Un fuerte abrazo.
    Fernando

  3. Muy bien, Fernando. Lo que dices lo sabe toda España, pero muchos por interés y otros por acomodarse, estamos tan callados. Qué bien están consiguiendo (políticos, medios de comunicación, la nueva educación…) atontarnos a todos.
    Felices fiestas.

    1. Muchas gracias, Luis Manuel. No haces nada más que corroborar la verdad que casi todo el mundo sabemos (algunos todavía andan «despistaíllos», por vocación o torpeza).
      ¡Felices fiestas…!

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