¡Preocupaciones, que no falten…!

Ya me lo decía de pequeño mi abuelo Antonio: «Fernando, las preocupaciones…que no te falten nunca». Y, por entonces, yo no lo llegaba a entender, puesto que lo que quiere uno -desde que llega a este mundo- es no tener ningún problema ni dificultad para vivir tranquilamente y sin tropiezos de ningún tipo, como los anuncios del veraneo eterno en las Bahamas o el Caribe…

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Recuerdos de la SAFA – 13: ¡Ya es sábado!

Recuerdos de un safista  –  13: ¡Ya es sábado!

Todas las semanas esperábamos la llegada del sábado porque significaba un cierto descanso en la apretada agenda diaria, aunque por la mañana había algunas clases y estudios, y sobre todo porque nos permitía una breve salida al exterior. En 2º de Pre era muy breve y muy controlada, pero en Oficialía ya se hacía algo más larga y sobre todo, no sentíamos en el cogote el aliento del cura.

En el primer año de internado salíamos todos juntos en un grupo único, dentro del cual se iban formando grupos más pequeños, de cuatro o cinco, por las amistades existentes o sobrevenidas. El recorrido era repetido semana tras semana: la Avenida Cristo Rey del Colegio hasta el Hospital de Santiago, la calle Nueva – donde era parada obligatoria el escaparate de la pastelería, al que pegábamos nuestra nariz y nuestros ojos, alimentando nuestra imaginación con aquellas golosinas que nos deslumbraban al otro lado del cristal -, entonces con tráfico rodado, hasta llegar a la Plaza del General Saro, donde nos parábamos un momento y nos acercábamos a los carrillos de los Portalillos para comprar pipas y algunos, de forma subrepticia, un par de cigarrillos Celtas o Bisontes (según su solvencia económica), que luego, en el tranquilo paseo por la calle Cava trataban de fumarse en los jardines abandonados de los laterales del mirador del Alférez Rojas Navarrete.

Plaza de la Puerta de Toledo (luego, General Saro)

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