Por Fernando Sánchez Resa.
Ya me encuentro instalada en una residencia de ancianos de mi localidad de nacimiento y donde he desarrollado toda mi vida, pues no quería marcharme lejos de ella, quedando desenraizada, perdiendo así la posibilidad de que me visiten (cuando lo estimen oportuno y el tiempo se lo permita) mis escasas amistades y los familiares más cercanos e íntimos que son, a esta edad, los verdaderos acompañantes y sustentadores de mi vida, tanto física como emocional.