Evocando a Antonio Machado

Por Fernando Sánchez Resa.

Cuando el olor a azahar ya se vislumbra en Sevilla y se palpa su genuino cielo azul, las auténticas y sencillas resonancias machadianas se han ido expandiendo por doquier, gracias al buen hacer de la Casa de los Poetas y las Letras, puesto que durante tres días de esta semana (del 20 al 22 de febrero) ha ofrecido su intensa y prolífica labor cultural mediante el ciclo “Antonio Machado en el recuerdo” con motivo del 80 aniversario de su muerte (1939-2019), en Colliure (Francia).

Si el miércoles fueron tres especialistas, con su moderadora al frente, los que pusieron en valor permanente “La palabra poética de Antonio Machado” y el jueves hicieron lo propio otros tres contertulios, con su moderador, sobre “Exilio y muerte del poeta” -ambos actos en el magnífico Espacio Santa Clara-; sería el viernes (para mí y otros muchos conciudadanos anónimos), a las doce y media, el momento más grande, sencillo y emotivo de todos los actos programados, ya que, en el corazón de la ciudad que le vio nacer, se fue arremolinando multitud de gente, ansiosa de aspirar versos, mensajes y añoranzas, inundando la explanada de entrada del Palacio de las Dueñas sevillano.

Como yo no quería faltar a esta entrañable efeméride, quise poner mi grano de arena declamando el poema CXXVII “Otro viaje”, del libro Campos de Castilla, como contribución personal de la tierra giennense en la que nací y en donde quedé enganchado a su llana y trascendental poesía.

El coordinador y conductor del acto, David Eloy Rodríguez, fue llamando -uno a uno- a un buen puñado de poetas, filósofos, escritores y personas amantes del haber machadiano (hasta casi llegar a la veintena), que quisimos sumar nuestras voces, plagadas de sentimiento y afecto, en un conmovedor acto poético improvisado, a las puertas de la que fuera su casa infantil, el Palacio de las Dueñas, y ante el monumento y azulejo que así lo recuerdan, conformando un caleidoscopio de rapsodas, poemas y/o escritos filosóficos de nuestro escritor y poeta universal, autor de tantas poesías y frases célebres que se hicieron allí presentes en los oídos, las mentes y los corazones de todos los asistentes, puesto que muchos iban vocalizando de memoria, a la par de la declamación de los intervinientes, cada una de las afamadas poesías, constituyendo un poemario colectivo común inenarrable.

Y como colofón del acto intervino, como ilustre invitada, la cantaora Aura Vital que nos regaló -por soleares- dos canciones, como ella mismo afirmó «gracias a la profundidad del texto poético machadiano»: “Todo pasa y todo llega…” y “Y estos días azules…”, impregnadas de agudo sentimiento y garra muy loable.

Hasta que David Eloy, cual demiurgo del acto que habíamos protagonizado todos, visiblemente emocionado -como muchos de los intervinientes y del público, en general-, impetró al cielo azul sevillano y a su característica luz «que el evangelio de la poesía de Antonio Machado inunde nuestras vidas y nos acompañe siempre».

Los aplausos se fundieron con los afectos, juntamente con los múltiples recuerdos de todo calibre emocional (dulces, melancólicos, añorantes…), incluso regados de lágrimas, al recordar la inigualable poesía de este escritor, hecha música e historia imperecedera, que no tuvo la suerte de llevar una plácida vida, pero que -a cambio- nos legó -para siempre- su encendido estro del que muchas generaciones hemos bebido abundante y gustosamente.

Todos terminamos por evocar melancólicamente, una vez más, sus últimos versos, encontrados por su hermano José en un papel arrugado de su abrigo: «Estos días azules y este sol de la infancia», que nos llevamos todos a casa como presea intangible del legado inconmensurable de este sevillano universal.

Sevilla, 22 de Febrero de 2019.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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