Por José Luis Rodríguez Sánchez y Daniel García Parra.
“Estos son mis principios y, si no le gustan, tengo otros”. Esto, o algo parecido, es una de las boutades de Groucho Marx que más éxito tuvieron por su cinismo, por la reducción al absurdo de la realidad de una sociedad que pasa del relativismo moral a la amoralidad pura y dura.
En el reseco e inhóspito campo de la política, nos hemos tenido que tragar esa falta de principios, porque eso es lo que hay. Podemos escuchar a alguien decir que no va a hacer algo que hará a dos meses vista, o afirmar que la puñalada trapera que nos está dando es por nuestro bien y un mejor futuro para nuestros hijos y, sin despeinarnos demasiado, poner una mueca resignada de desprecio por eso, porque son políticos. Tienen unos principios para cada circunstancia (que les convenga a ellos).
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