Hoy toca una interesante visita programada por el Museo Arqueólógico de Úbeda:San Lorenzo, la parroquia olvidada. Yo, aunque ya he ido bastantes veces por ahí (http://www.aasafaubeda.com/index.php/escritos/109-conocer-ubeda/3360-los-secretos-de-san-lorenzo; http://www.aasafaubeda.com/index.php/9-variedades/3687-san-lorenzo-abierto-por-obras), no quiero perderme la ocasión de que me la enseñen nuevamente, en este hermoso domingo, día grande de la feria de Úbeda; que precisamente ha amanecido nublado y con visos de lluvia, que se materializa cuando salgo de casa para dirigirme al lugar de cita: La Casa Mudéjar.
Son casi las once de la mañana y aún no estamos los cincuenta elegidos para disfrutar de esta nueva actividad del programa otoñal “Conociendo Úbeda” que Maria del Mar Capel ha preparado tan diligentemente. Cecilia Antonelli, representando a la directora del museo, y como gestora de la empresa Semer Turismo y Cultura va pasando lista para incluir a aquellos que no estaban apuntados y esperan pacientemente. Entonces, salimos comandados por Cecilia, cual grupo turístico organizado para dirigirnos, charlando pausadamente y como buenos amigos, hacia la sede de la asociación cultural “Huerto de san Antonio”, sita en la antigua parroquia de San Lorenzo, surcando el dédalo de callejuelas y plazas antiguas que el casco histórico ubetense posee.
Allí, nos espera Nani Gómez de Toro que, con su amabilidad y sabiduría características, va a mostrarnos este rehabilitado y recuperado monumento en el que ha intervenido como arqueóloga; y que esperemos pueda seguir haciéndolo cuando se recojan nuevos fondos con los que sufragar futuras fases restauradoras.
La presenta cariñosamente Cecilia, sin detallar su extenso currículo, a la vez que sugiere dar un donativo al final de la visita, aunque sea gratuita, para contribuir a sufragar la siguiente rehabilitación de este edificio; también se puede comprar el libro de Antonio Muñoz Molina, “La puerta de la infamia”, que se vende a la entrada, cuyos beneficios servirán para conseguir las mejoras que necesita esta antigua parroquia, hoy recuperada por el tesón visionario de los que llevan el timón de la asociación cultural “Huerta de san Antonio” y sus muchos amigos de “San Lorenzo”.
Nani hace una completa y precisa introducción de la historia de este edificio, desde que se fundó (siglo XVI) hasta la actualidad, apoyándose en unos grandes y coloridos planos para que entendamos su evolución histórica; y nos va informando, siguiendo primeramente un itinerario por el interior del edificio, mediante diferentes paradas comentadas junto a las cuatro catas arqueológicas que, como heridas abiertas, van desvelando secretos que historiadores y arqueólogos saben escudriñar. Primeramente lo hacemos por el interior de la iglesia, donde se aprecia que desde el pasado agosto han abierto una puerta a los pies de la iglesia, bajo el coro que comunica con el adarve de la muralla.
Los asistentes van quedando enterados de sus principales secretos descubiertos con las últimas excavaciones y aprovechan para fotografiar, con avidez, todo cuanto se ve expuesto, incluidas las catas arqueológicas que, bien valladas, muestran descarnadamente lo que hay en parte de su subsuelo. Nani comienza por una de ellas y luego se va hacia la antesacristía y sacristía, antigua vivienda de la última pobladora de estas estancias, tan recordada y anhelada: Paca, “La Campanera”, donde explica la superposición de estilos y la cantidad de huesos y material mezclado que se han encontrado revueltos; pues, en otras épocas anteriores, no eran tan finos y escrupulosos con los vestigios del pasado, sino que iban construyendo, mezclándolo todo, para hacer nuevas estancias o habitáculos valiéndose de ellos. Nani desdice algunas leyendas urbanas o bulos que circulan por ahí: que esta paroquia fue anteriormente mezquita, como otras de la ciudad que sí que lo fueron, afirmando taxativamente que esta iglesia fue católica de nueva construcción y aquí nunca hubo una mezquita. Y cómo se ha descubierto el ábside quebrado o la bella cúpula que es una copia idéntica de la que tiene en piedra la iglesia de la Santísima Trinidad; pero que, como este templo siempre fue pobre, la hicieron en yeso. También nos cuenta detalles de los grafitis del altar mayor, hechos por reconocidos artistas ubetenses cuando aquí estaba un taller de carpintería o casi escuela taller; sirviendo también, durante bastantes años, de almacén de tronos de Semana Santa y otros enseres eclesiásticos.
Luego, volvemos de nuevo por la iglesia y Gómez del Toro se va deteniendo en cada una de las heridas abiertas en el suelo de este lugar, mientras nos muestra fotografías ampliadas de los enterramientos que se descubrieron en las últimas excavaciones arqueológicas, invitando, en alguna de ellas, a bajar para ver los enterramientos o pozos de agua que almacenan el líquido elemento que pasa por su subsuelo, puesto que esta iglesia está interconectada con los minados de las huertas que en sus proximidades se encuentran.
Después, salimos por la recién abierta puerta oeste y, con la cantinela de su sabio discurso, nuestra guía va aclarando dudas puntuales que cualquier visitante le plantea y nos adentramos en el adarve que abraza a esta iglesia por su flanco sur, cuando el sol ya pica fuerte y las vistas desde allá arriba se tornan inmejorables, pues el valle del Guadalquivir viene a postrarse ante nuestros ojos, al igual que La Redonda de Miradores y los monumentos más emblemáticos de la Úbeda sur monumental (Santa María de los Reales Alcázares, Santo Domingo, El Salvador, etc.), que nos muestran su identificativa silueta en el horizonte, contrastando con el remozado edificio en el que nos encontramos, cuyas huellas de restauración se ven palpables, luciendo una lozanía exterior que ya se creía perdida para siempre.
Accedemos a las estancias del primer piso, atendiendo a las interesantes explicaciones de la arqueóloga, para recordar nuevamente a Paca, “La Campanera”, reflejada en los estores de los dos ventanales que dan a la cuesta de La Puerta de Granada; para ascender, finalmente, a lo más alto de la iglesia por una nueva escalera que sube a la pequeña explanada de la espadaña, en donde todo el mundo se muestra ansioso por disfrutar de sus inmejorables vistas, queriendo captarlas (una y otra vez) con sus cámaras o móviles para que sean testigos fieles de la bonita e interesante visita turística realizada en esta mañana, que ya se ha tornado soleada y esplendente.
El descenso de todos los valientes que han ascendido hasta la azotea, en donde los arcos de la espadaña son dueños y señores del lugar (a pesar de no tener, como en sus pasados tiempos, su característica y dañina hiedra), se produce cuando ha pasado la una; y entonces, cada cual, aprovecha para marchar a sus ocios o cuidados, no sin antes depositar (algunos) ese donativo tan necesario para su remozamiento, mientras otros adquieren el libro “Crónicas del caso Marey” (“La puerta de la infamia”) de Antonio Muñoz Molina, que ha cedido todos sus derechos de venta a la fundación “Huerta de San Antonio”, para que este edificio (que tan cerca tuvo en sus juegos de infancia y juventud) renazca de sus cenizas y sea un foco de cultura y encuentro para todos los ubetenses y forasteros que deseen acercarse a estos lares sureños, pudiendo apreciar cómo, con el ímpetu de unos pocos visionarios, esta parroquia olvidada se ha transmutado en un foco de cultura y actividades varias, a lo largo de todo el año…
Úbeda, 4 de octubre de 2015.