¡Viva Zapata!

01-09-2012.
Ya escribí sobre revolucionarios, revoluciones y sus consecuencias. Y sobre qué se pretende en esta España de nuestros desastres, desde el mismo poder y sus aledaños y seguidores, configurando una situación social, económica y política que es caldo de cultivo perfecto para la génesis, crianza y engorde del embrión revolucionario. Cosas sabidas.

Esperadas también, que nadie puede decir que no. Ni siquiera la prepotencia egoísta del gobierno y de su partido puede aducir desconocimiento del tema. Pueden, sí, desde luego, pueden hacerlo, pero será como de tantos otros, que decían desconocer (para justificarse) y que conocían perfectamente o debieran haber conocido previamente a su asunción.
Así que viene Sánchez Gordillo y su clan rancio de revolucionarios de libro rojo (y de lemas manidos y ajados) y se decide a joder un poco a los bien pensantes y peor actuantes de este desgraciado gobierno y sus aledaños. Y como el Gordillo (y, físicamente, sí que lo está) no vive en paz sin mantenerse en perpetua guerra ideológica y existencial, pues que se dice: «Estos almacenes sí que están bien surtidos y no los de mi modelo cubano». Y va a hacer una saca de productos en los más próximos, con su guardia revolucionaria bien fornida y preparada para gritar, amedrentar y, si hace falta, arrear algún mamporro. Todo a la manera más revolucionaria que se pueda (banderas siempre a mano) y buscando las coartadas  necesarias que justifiquen la acción y la impunidad al menda, que es el ideólogo pero no el “autor material”.
Le da gasolina a los de derechas, que así tienen tema con el que justificar sus inversiones ideológicas y tácticas (que las económicas no les llegan para pagar a sus funcionarios pegapalos) en “orden público” y pueden endurecer normas y actuaciones contra los que tan “manifiestamente” atentan contra el dichoso “orden”. Ante todo, la presencia y la figura de arcadia feliz (alarma social, no), que se debe mantener pese a que te estén chupando hasta la sangre de tus hijos, que ya les vale y no nos digan zascandiles en esa Europa rica que nos arrincona cada vez más. Pues un estado “de derecho” no puede consentir que se le conculque tan manifiestamente. Otrosí, que mangoneos, robos, expolios, si se han realizado o se han de realizar de modo fino, con la clase que se debe (de personas tan ilustres o nobles) y sin que se entere ni la mano izquierda de quienes los realizan (nada de alharacas, por favor) no entran en eso del “orden”, digo de su deterioro, y pueden admitirse dentro del estado tan derechamente llevado.
Por eso queda muy mal lo de S. G. y su cuadrilla. Por querer aparentar que hacen la revolución, por no sólo manifestarlo de palabra sino de obra (bien que en forma de ensayo previo, claro). En nuestra sociedad y a las alturas en que estamos (o las bajuras, que ya no se sabe), eso del mamarracheo de ir blandiendo banderas rojas queda demodé en absoluto; tal vez la intención sea como de cosa vintage, que se lleva mucho. Lo antiguo está de moda. Pero para los de clase, para los de la playa exclusiva, los de yate y fiesta en cubierta, los de restaurante lleno de facundia, no para usted señor S. G., ni su clan.
Hay frivolidad en esto de la revolución en marcha, que no en sus razones subyacentes. Porque, cuando un sistema político está en desintegración moral, como el nuestro, no vale con esgrimirlo como panacea y como santísimo inmaculado e inalterable, infalible, inamovible e intocable. No sirve ya el modelo, esta es la verdad, que transmite la acción revolucionaria; no sirve, porque no representa a los intereses de quienes dicen representar, ni a su salvaguarda.
No sirve la deriva social que se está produciendo, porque cada vez separa más y más a unas clases de otras, que, por otro lado, se están reduciendo al maniqueísmo de pobres y ricos (pues la clase media, sostén del sistema actual, se está hundiendo). Si la estructura social (que tiene que ver muy mucho con la económica) se ha degradado hasta estos límites, no se puede cerrar el paso a quienes de veras quieren alguna solución válida, real y ahora, aplicada ya y con resultados veraces y efectivos entre el personal, ciudadanos, votantes. Contantes y sonantes.
Sí, sonantes, que no amordazados como se pretende, y contantes no solamente para ir a las urnas en algunas ocasiones. Si ni se hace caso a “la calle”, reduciéndola al concepto de nada, de la que nada se quiere saber (y ya se han emitido directrices internas al respecto) no queda más que gritar «¡Viva Zapata!» (en versión Sánchez Gordillo) y echarse al monte. Es lo que se logra.
Así que ya tenemos a nuestros revolucionarios, ya a los guardianes del orden y ya las excusas para dar escarmiento explícito y propagado, para que sirva de ejemplo. O no. Pero la coartada está servida y la cortina de humo eficazmente tendida; así se derivan los temas y se ocultan los actos verdaderamente criminales.

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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