Prólogo agradecido

04-02-2010.
Manuel López Fernández recorre en sus páginas los más de sesenta años de actividad de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia (Safa) en la amable localidad jiennense de Villanueva del Arzobispo: desde las especiales circunstancias históricas que dieron origen a esta presencia, hasta la etapa más reciente, pasando por el desarrollo y evolución del Centro.

Desfilan por estas páginas, como no podía ser menos, nombres imprescindibles, personajes entrañables, anécdotas sabrosas, fechas, datos y cifras… Una galería de recuerdos que describen y evocan la experiencia de mutuo enriquecimiento que ha significado siempre la relación entre Villanueva y Safa, que ya no se entenderán nunca la una sin la otra para bien de ambas. Y, sobre todo, para bien de las generaciones de jóvenes que pasaron por aquel Centro.

Dos rasgos me han sorprendido gratamente en estas páginas. Primero, el detenimiento con que su autor ha acumulado testimonios, recuerdos y datos. Detenimiento que supone un serio esfuerzo por rendir cuenta cumplida de unas páginas de la historia local villanovense, hasta hoy dispersas aquí y allá en obras de menor ambición. Tal esfuerzo merece, de entrada, un sincero reconocimiento, porque presta una importante contribución a cuantos se interesen por Villanueva y por Safa.

Y, en segundo lugar, me ha agradado el amor que estas páginas logran transmitir. No cabía quizás otra cosa, sabiendo que la historia de Safa en Villanueva tiene origen en aquel gesto inolvidable de la familia Benavides Bueno (gesto impresionante que mantiene su ejemplaridad a través de los años) y se desarrolló gracias a la entrega apasionada de un puñado de personas que hicieron suya la ilusión de los fundadores. Resulta casi inevitable que el recuerdo de todas estas cosas transmita el amor que sus protagonistas pusieron un día en sus tareas, y el que ha quedado impreso en quienes lo recibieron. Léanlo y compruébenlo.
Permítanme por eso expresar, con tanta sobriedad como verdad, un doble agradecimiento. Agradecimiento institucional de Safa, una vez más, a la familia Benavides, a Villanueva, a cuantas personas hicieron y hacen posible tan hermosa labor por los demás; y a Manuel López Fernández, por acercarnos a todo ello. Y, finalmente, mi agradecimiento personal a todos, porque de esta experiencia sigo aprendiendo cada día lecciones de humanidad cristiana.
Juan Luis Veza, S. I.
Rector de Safa.
 
ESCUELAS PROFESIONALES DE LA SAGRADA FAMILIA
FUNDACIÓN DE SAFA
¿Cómo surge la Fundación en Villanueva?
El 17 de agosto de 1936 los milicianos habían traído desde Madrid a Villanueva a don Juan Ambrosio Benavides y a su cuñado don Emilio Bueno; aquí los asesinaron. Catalina Bueno, mujer cristiana que había perdido a su esposo, Juan Ambrosio Benavides, comprendió la necesidad de mejorar la cultura y educación de las clases humildes, para que no se volviesen a dar en la ciudad escenas de odio y muerte.
En Úbeda conoció a la Maestra Nacional, Dolores López Bejarano, a quien comunicó su deseo de entregar, a los jesuitas, el palacete que poseía en Villanueva para que fundasen en él un colegio. La entrevista del padre Villoslada con Catalina Bueno y su hija Anita (su esposo, don Ramón Díaz, apareció muerto una mañana de julio de 1936, en el parque del Buen Retiro, de Madrid) tuvo lugar el 20 de enero de 1940. Visitaron Villanueva y el sacerdote, animado, entusiasmado, decidió comenzar lo antes posible el funcionamiento de las escuelas. Contó con el ofrecimiento de doña Carmen Benavides Millán, viuda de Parra, que donó a las Escuelas la casa donde vivía: un edificio en la calle Fuensanta, de tres plantas, que tenía amplios patios y un molino de aceite, además de una gran finca, “Los Balcones”, cercana a la aldea de Gútar, con la que se formó la finca llamada “El Valle”, que supondría la propiedad rústica de mayor importancia de Safa.
En agosto de 1940, el contratista de obras de Granada, José Jiménez Huertas, viajó a Villanueva con un albañil para informar del trabajo que se debía realizar y acondicionar el edificio donado.
Luis García López, el jardinero, que estuvo en la casa desde antes de convertirse en escuelas  hasta su jubilación, narra la llegada del padre Villoslada.
—Le abrí la puerta, llegó con don Luis Carrillo. Miraron toda la casa, las cuadras y jardines. El padre decía: «Éste es un buen sitio. Aquí hay espacio también para jugar al fútbol». A los pocos días, llegó un maestro albañil ‑Antonio, de Granada‑ para tirar las cuadras, pesebres…, hacer las escuelas, arreglar la vivienda del jardinero y hacer reformas. Los albañiles eran Juanico, “Miamo”, y otros de Villanueva. El edificio había sido utilizado durante la guerra como Casa de Salud.
El palacete del Colegio es un bello edificio de tres pisos y 316 m2, con un extenso y bello jardín.
El padre Villoslada
Nació en Granada, el día 8 de junio de 1900. Murió el 30 de diciembre de 1985 en la ciudad que lo vio nacer.
Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1928.
En un estudio sobre las Escuelas de Andalucía, escribió: «La provincia más necesitada es Jaén, que tiene el mayor tanto por ciento de analfabetos y aquí todos son del campo, ya que apenas hay industrias establecidas en estas regiones. Contribuye a ello la densidad de población, aglomerada en los pueblos y la situación topográfica de los centros de cultivo (los cortijos), diseminados y a grandes distancias unos de otros, sin vías de comunicación posibles».
Cuando ya tenía fundadas cuatro escuelas, en 1941, escribía: «Notas peculiares de la naciente Institución son el instalarse solamente en los pueblos; dedicarse especialmente a la clase obrera, sin desatender por ello los otros sectores de enseñanza media y primaria, pero procurando hacer girar toda su labor educativa alrededor de la formación profesional, de manera que el alumno que entra a párvulos en sus aulas, salga de ellas con un oficio o profesión aprendida».
El padre Villoslada comenzó a fundar escuelas en 1940. Alcalá la Real y Villanueva serían las primeras en Andalucía. En 1942 se trasladó a Úbeda, donde permaneció hasta 1954. En 1954 dejó la Dirección General de las Escuelas, en las que realizó un intenso apostolado social, que hoy es ejemplo para numerosas congregaciones, incluso la misma Compañía de Jesús sobre todo, en Huelva y Granada.
Murió en la Facultad de Teología de Granada el día 30 de diciembre de 1985. Sus restos serían trasladados el día 29 de mayo de 1993 y reposan en la cripta de la Iglesia de Cristo Rey en la sede de Safa en Úbeda.

Deja una respuesta