Mi abuelo me contaba, 5

19-11-2009.

Al día siguiente, domingo, el abuelo se despertó un poco delicado; mi madre le llevó el desayuno a la cama y le conminó a que no se levantara por lo menos hasta el almuerzo.

—¡Y es que ni a misa, padre! No, si ya sabía yo —dijo, poniendo una servilleta sobre la plateada bandejita— que la ventolera y el aguacero de ayer tendrían sus consecuencias. Bébase usted este vaso de leche caliente y a ver si puede echar un coscorrón —y pasando lentamente la palma de la mano sobre la arrugada frente de su padre, añadió—. No; fiebre no tiene. Vamos, intente usted dormir otro poco.

 

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