«Vivre pour vivre»

10-07-2009.
 
 
A veces Claude Lelouch bebe sin prisas
cuando ya sólo queda ese perfume,
ese extraño perfume
que Annie Girardort deja

flotando en el plató
como una gasa tibia y elocuente.
A veces se despide como un oso
de Berlín o de Berna
‑zarpa y ternura‑,
como un oso de trapo
con los labios de alcohol
y ojos de purpurina.
Annie queda atrapada,
envuelta en celuloide,
con su rostro anguloso
y sus espesos párpados
entre telas de arañas,
hipnotizada.
Rocco no está esta vez,
tampoco sus hermanos.
Es sórdida e irreal
la sombra del suburbio.
 
El cine abre sus fauces hacia la noche
y el espeso calor de su garganta
se disipa en la niebla
como el hielo se funde con la sal.

juralopez42@msn.com

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