Cambiar la historia no es posible

20-02-2009.
Antonio Lara nos intenta “calmar” los ánimos y nos invita a leer un artículo de Michel del Castillo (¿censurado?) que a mí me ha confirmado en algunas ideas tenidas sobre asuntos de la República.
 

Si alguien tiene la amabilidad de bajarse de Badosa.com mi novela completa, con Microsoft Reader, n285, verá que la idea general del articulista coincide con la descripción del ambiente descrito en la misma. Ni unos ni otros fueron sacrosantos y ahora los discursos pasan de los vítores a los caídos y mártires por Dios y por España (que duraron cuarenta años al menos) al blanqueo total de las responsabilidades de los execrados rojos.
Me centro en dos puntos que son controvertidos:

1. La constatación de que a la República la mataron todos.

2. El juego de las otras hipotéticas historias.

Respecto al primer tema, bien es cierto que ni ultraderecha, ni la izquierda doctrinaria y radical y ultraizquierda o anarquismos querían esa República burguesa y liberal, tolerante y parlamentaria. Ninguno la quería y se laboró por acabarla. En el periodo de la República de Weimar (Alemania) se encuentran uniones “contra natura” de los nazis con los comunistas, en las campañas electorales que dieron paso a Hitler, con la finalidad de derribar a esa República (hay hasta dibujos coincidentes en los que un puño derriba los escaños parlamentarios). Nada, pues, era extraño a estos fines en España para todos los movimientos organizados y armados. Asturias y otros (las iniciales revueltas anarquistas, Casas Viejas como desastre) lo intentaron. No soy seguidor de Pío Moa, pero algo de cierto hay en sus interpretaciones al respecto (¿tal vez las de quien sabe del interior de las cosas?, ¿o serán las del converso? ‑¡ostras, ya salió!‑).
Jugando a las imposibilidades históricas (pues no se dieron) siempre, en efecto, surge la pregunta: ¿Y si Franco hubiese fracasado?. Pongámonos en el año mil novecientos treinta y nueve; ya, la República siente inminente la derrota, la situación militar es indefendible, el desánimo se adueña de todos, menos del Partido Comunista que mira hacia un horizonte bélico general y del Presidente del Gobierno, Negrín, que les sigue en sus apreciaciones de futuro. Es curioso, pero creo que, de la historia real que se dio y de la hipotética, tal vez hubiesen resultado los mismos efectos.
Alargar la batalla hasta septiembre, que es cuando estalló la Gran Debacle, hubiese sido un duro golpe para los defensores de ello, pues Hitler se merendó Polonia en compañía de su amigo Stalin, por el pacto de agosto de no agresión; los comunistas ¿qué hubieran hecho cuando el Padrecito les hubiese ordenado bajar las armas contra los fascistas…? No lo planteo como forma retórica, pues se sabe que el PCF, ante la inminente guerra, lanzó eslóganes supuestamente pacifistas: ¿Morir por Danzing?, ¡no!, que se estiman crearon desmotivación y desmoralización en las tropas francesas y contribuyeron a su derrota. En España no hubiese sucedido lo contrario y Franco se habría consolidado igualmente.
La posibilidad de cambio estuvo en la intervención en la conflagración, mas, como Del Castillo dice, Franco era franquista eminentemente (a lo sumo, nacionalcatólicofranquista) y muy desconfiado, e intuyó que la cosa no podía salir bien si se metía de cabeza en favor de sus amigos Hitler y Mussolini. Se quedó en el quicio de la puerta, sin salir ni entrar, y la cerró oportunamente, escapando. Y los vencedores occidentales necesitaban ese peón que aseguraba los flancos. Por otro lado, si España hubiese intervenido en la guerra, casi con seguridad, alemanes e ingleses (con apoyo americano) se hubiesen enfrentado en nuestras tierras y al final habría estallado una guerra civil contra los comunistas, igual que sucedió en Grecia, en la que intervino decisivamente Churchill; y, a lo más, se hubiese permitido una monarquía, no continuidad republicana.
Al final, pues, hubiésemos estado en igual situación que la pasada.
No creo que Franco fuese especialmente leal a la República (ya lo había avisado en la Academia General Militar de Zaragoza), pero sí cazurramente prudente; así que no se involucró en la asonada hasta que consiguió que su familia estuviese a salvo y que el mando efectivo de las mejores tropas estuviese en sus manos. Lo que pasara en aquellas reuniones de Burgos, que acabaron por elevarlo al mando supremo, Generalísimo, es todavía, creo, un misterio; se sabe que fue su hermano Nicolás quien maniobró con bastante efectividad ante los generales levantados… ¿Qué argumentos utilizó, a qué promesas acudió (se dice que Franco no respetó esas promesas, entre ellas la de dejar el control supremo tras la victoria), cómo fue posible amoldar a uno tan incontrolable como Queipo, al planificador y verdadero jefe del alzamiento como Mola, al que tenía más prestigio que Franco como era Sanjurjo…? Hay cosas todavía oscuras en estos sucesos y me temo, intuyo, que la “mano masónica” de Nicolás y Cabanellas estuviese por medio. Curioso.
La andanada contra Garzón no la comento, juez controvertido y a analizar muy detenidamente. Unas veces héroe y otras villano, debe tener dos personalidades al menos.
Creo, por comentar muy brevemente el tema de la mal llamada “memoria histórica”, que a los condenados y fusilados o rematados por ahí, sin causa cierta ni procedimiento, por ser quienes eran (sí, también lo fueron así los de la derecha o religiosos, pero tienen sus reconocimientos debidos) se les debe al menos cierta reparación moral; y, si las familias quieren saber de ellos, en su derecho están. Eso no debiera interpretarse como revisionismo. Creo que ya Gironella habló de un millón de muertos en temprano tiempo, y sabría por qué. Otra cosa es ensalzar, alterar, tergiversar y dar otra interpretación, como la única, en la versión que emiten los hasta ahora “perdedores”. Los vencedores se hartaron de manipular y dar sus datos, como verdades inamovibles, doctrina política, a lo que los otros tratan de contestar cuando pueden, pero desde lo que idealizan, tal vez para salvar lo que se les achaca desde tanta infamia. Eso es tratar de modificar los hechos y con ello la Historia.
Eso ya no es posible.
 

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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