23-01-2009.
ÉCRITURE
A Francisco Basallote.
Aprendí casi todo lo que enseñan
en la escuela; enseñé
algo de lo que no se aprende
en los liceos y, aún así,
persisto en la ignorancia.
Nunca quise besar la mano a nadie,
ni que nadie besara
la mía. El beso es turbia
saliva agradecida o traicionera.
He vivido en ciudades
en las que nunca estuve,
y conozco sus templos,
sus calles, sus suburbios,
los cálidos cafés
donde los hombres saludan llevándose
dos dedos a su frente
desnuda, como si llevaran
un sombrero de fieltro;
ciudades reflejadas en espejos
que a su vez se reflejan en espejos vacíos.
Ciudades que no existen
si no son reflejadas.
Y he escrito algunos versos
que parecen copiados
por alguien que fui yo
en otro olvido.