Feliz año nuevo

01-01-2009.
Revista Úbeda.
Editorial.
Felicitación… en el año 1955.
Si los hombres no cortásemos en trozos el tiempo, continuo y abstracto de por sí; si no lo concretásemos en la tangibilidad de los tacos de almanaque; si no lo demarcáramos y lo cuadriculáramos en meses, días y años, su sucesión, en extremo aburrida, nos sumiría en el más absoluto marasmo.

Hay que reconocer que el invento del calendario fueun adelanto previo a cualquier empresa de cultura. Nada tan consolador como tomarle las cuentas al tiempo ‑al mismo tiempo que nos gasta y nos destruye‑, domesticando su inmensa codicia amorfa en la clásica serenidad de unas cifras. Porque el espacio y el tiempo intentan absorbernos en su cósmica infinitud, pero nosotros sabemos situarnos; gracias a las coordenadas geográficas nos emplazamos en el espacio‑geografía; gracias, al calendario, nos situamos en el tiempo‑historia. Así, en cierto modo, al adueñarnos de la parcela vital que nos corresponde, comprendemos (y comprender es ‘apoderarse un poco de’) la realidad que cae al otro lado ‑más allá‑ de nuestro horizonte.
1956.
¿Qué significa “entrar” en el año 1956? Significa algo así como la obtención, para cada uno, de un título de dominio ‑dominio mental‑ sobre los mil novecientos cincuenta y cinco años que al año nuevo preceden.
Lo más importante, pues, de la entrada de año, no es el espacio de tiempo nuevo, blanco y sin historia que tenemos a la vista. Es más decisivo el acrecentamiento interiorque la terminación del año viejo nos depara. Porque no ha muerto en nosotros el año que finaliza; al contrario, al dejar de ser en el almanaque, ha comenzado a vivir, a ser vivencia, en nuestra alma. Cuando algo empieza a ser recuerdo es cuando se incorpora definitivamente a nosotros. Nada, que vaya a venir o a suceder luego, forma, en rigor, lo que llamamos «nuestro». Poseemos, únicamente, el pasado, la historia, lo que es memorable. Porque ni la inteligencia ni la voluntad pueden operar en nosotros si no se sirven, si no se instruyen e instrumentan de la pura memoria…
Somos más ricos cada año que comienza. «Un año menos», dirán los pesimistas. «Un año más, hecho carne y sangre de nuestra alma, incorporado a nuestro fondo vital», habrá que replicar jubilosamente.
Enviado por Rosa Liaño,
viuda de Juan Pasquau.
 

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