Cantares

14-02-06.
La muerte de Lauren Postigo, personaje de filiación variopinta ligado al mundo de la canción española, ha dado pretexto a TVE para reponer algunos pasajes de la serie Cantares que él dirigió y presentó hace ya algunos años. Me gusta el género y disfruto con algunas de sus letras llenas de casta y de poesía muchas veces, pero no siempre. A veces, llevados del brío de la música, cuando no, atentos a las contorsiones de una bailaora, perdemos el hilo de lo que se está diciendo, que puede pasar de las acostumbradas hipérboles, contradicciones o juegos de palabras a verdaderos disparates propios de mentes enfermas que, quizás llevados por la rima, no dudan en adentrarse en las más pavorosas fantasías.

Sale Juanito Valderrama (q.e.p.d.) cantando El emigrante, composición que empieza así:
Tengo que hacer un rosario
con tus dientes de marfil,
para que pueda besarlo
cuando esté lejos de ti.
Sobre sus cuentas divinas,
hechas de nardo y jazmín,
rezaré “pa” que me ampare
aquélla que está en San Gil.
«Pues mira qué detalle tan tierno», podría pensar el oyente, embobado en los gorgoritos del ilustre cantaor.
—Pero, muchacho, ¿te has fijado en lo que quiere hacer este individuo?
Hay dos posibilidades: que la persona que suministra el material para el truculento “rosario” esté viva o que esté muerta. En el segundo caso, el delito de profanación de cadáveres con tintes de necrofilia es tan horroroso que parece inimaginable. Pero creo que estamos ante lo primero.
Un propósito tan drástico y desconcertante plantea una lista casi ilimitada de interrogantes. La obligada serie de QUIÉN, CÓMO, CUÁNDO, DÓNDE, POR QUÉ, PARA QUÉ… no cosecharía más que respuestas tan estrambóticas como el proyecto en sí. Ignoramos si los conocimientos odontológicos del señor Valderrama le permitirían, llegado el caso, una intervención tan radical, por muy nobles, románticas o devotas que fueren sus intenciones; o si contrataría un sicario para tal fin. Nada sabemos tampoco del quirófano: de si es por el seguro o pagando; ni de qué opina sobre el plan la persona afectada. Así, a bote pronto, parece que estamos ante un loco peligroso y la decisión de irse por ahí, adonde sea, de emigrante o de guía turístico, no puede ser más recomendable. Se trataría de un “autoalejamiento” preventivo antes de que se entere el juez.
El contexto parece indicar que la futura y obligada consumidora de dieta líquida, purés, calditos… y otras delicatessen es la novia del osado odontólogo. Hay amores que matan y otros que te dejan para el asilo. ¿Qué turbios pensamientos quizás perversiones han llevado a esta mente enferma a desear para su compañera esa penosísima experiencia? ¿Los celos? ¿La economía? ¿Una voz interior, tal vez?
Tampoco sabemos si, después de confeccionarse el rosario, pensaba comprarle a la víctima una prótesis adecuada. Tal vez el tío se iba a Alemania para ahorrar el dinero suficiente. Desgraciadamente, hay multitud de aspectos de los que aún no sabemos nada. Como en toda obra de auténtico calado (Hamlet, Fausto, El Quijote…), aquí se necesitan expertos exegetas que desbrocen el texto, lo pulan y lo interpreten para la posteridad.
Y la supuesta novia, ¿qué dice? ¿Y los suegros? ¿Y ese cuñado superceloso que siempre está pendiente de su hermanita? ¿Y don Hermógenes, el párroco? La oscuridad más completa se cierne sobre estos personajes.
Sin embargo, por increíble que parezca, el propósito confesado de la cruel mutilación es religioso; beaturrón, incluso. Don Juanito, en sus años mozos, pretendía rezar mucho el rosario ‑o al menos pone esa excusa para llevar a cabo su terrible plan‑. Ya sabemos lo mal que estaban las cosas en los cincuenta; pero ¡hombre, ahorre un poquito del tabaco, del chato de vino… y cómprese un rosario! La muchacha se lo va a agradecer, y usted se va a evitar un trago. Por mucho esmero que le ponga, son muchos dientes, mucha sangre, gritos, etc. Porque ‑entre nosotros don Juan‑, ¿qué herramientas tiene usted para esa faena?
Y otra cosa tenía yo que decirle, señor Valderrama: ¿reza usted mucho el rosario? O, más directamente: ¿cuántos rosarios ha tenido usted en la mano? Pues, francamente, parece que ninguno. Me explico.
Un rosario es una especie de collar que tiene un número determinado de bolitas agrupadas en cinco series o misterios de diez, separadas por una, aislada; y, además, un apéndice terminado en una pequeña cruz donde hay algunas más.
Ahora vamos con los dientes. Resulta que sólo tenemos, en el mejor de los casos, ¡treinta y dos! ¿A quién pensaba usted decomisarle el resto para completar el rosario? No me diga que ya le había echado el ojo a otra. También puede que a usted le vayan los rosarios cortitos, tres misterios escasos, y adiós. Misterios dolorosos, sin duda.
Lo increíble de la canción es que no se limita a formular un deseo ‑una amenaza diría yo‑; sino que parece que la ha cumplido. Sí señor: este hombre le ha echado un par de narices y se ha salido con la suya. Poco orgulloso que va el tío cuando pasa la frontera:
Llevaba por compañera
a la Virgen de San Gil,

un recuerdo y una pena
y un rosario de marfil.
Efectivamente, ha sucedido lo peor. Una vez cometida la sangrienta fechoría, cuyas insufribles escenas no se atreve a presentarnos la imaginación, este incalificable personaje deja a la novia en el pueblo, plantada como una biznaga[1] con el penoso aspecto que nos podemos figurar, y se va cantando al extranjero, llevándose las pruebas del crimen en el bolsillo. Y, puestos en plan morboso, se imagina el lector la horrible sarta de huesos, esos molares con sus raíces, el sarro, las caries… ¡aahg! (Ustedes me disculpen, que voy al aseo un momento).
Y, por favor, Sr. Valderrama: no nos cuente con qué huesecillos hizo la cruz.
NOTA DEL ESCRIBIDOR: Esta increíble canción de 1950 tuvo un éxito extraordinario. Figura en todas las antologías de la época y la cantó el señor Valderrama hasta su muerte, sin modificar la espantosa letra que transcribo al principio. Spain is (or was) different.

 


 

[1] biznaga. «Planta de la familia de las Umbelíferas, como de un metro de altura, con tallos lisos, hojas hendidas muy menudamente, flores pequeñas y blancas, y fruto oval y lampiño». DRAE.

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