18-11-2006.
Es viernes noche y hemos quedado varios amigos para vernos en el pretil del paseo marítimo, frente al Copo. Nos reuniremos toda la peña, pues nos mola cantidad, cuando la noche haga su entrada oficial, ya que sólo las luces artificiales pueden ser testigos de nuestro vuelo de aves nocturnas. Somos noctámbulos por naturaleza y la luz del día no va con nosotros. Con ella, nos sentimos desmotivados para pasárnoslo en grande. Hemos de tener fuerzas, pues aún somos jóvenes para aguantar la marcha de toda la noche: bebiendo, fumando tabaco o lo que se tercie y, ya lanzados, entrar en ese maravilloso mundo del sexo que tanto ansiamos y que, junto al mar, se hace aún más dulce y meloso en nuestros cuerpos, donde el deseo campa por sus fueros…