Cosas que nos quitan la prisa

09-11-06.
Buenas noches a todos.

 

Venía yo al Café con una cierta prisa porque tengo muchas cosas que hacer y estoy muy mal de tiempo. Quería decirles a Diego y a Antonio Pedrajas que lamento que se hayan ofendido con mis sugerencias del otro día, pero en absoluto era esa mi intención.

 

Por deformación profesional, soy muy crítico ‑tengo que ser muy exigente con mi trabajo y con todo lo que me rodea‑, pero suelo ser muy respetuoso con las personas: yo puedo criticar una acción, pero no suelo entrar a catalogar a su autor ‑puedo pensar de alguien que hace una tontería y, probablemente se lo diga, pero no se me ocurre definir como tonto a esa persona‑. De todos modos, y puesto que es evidente que no estamos de acuerdo en conceptos como cultura y pueblo, prometo dedicar un pequeño artículo a explicar lo que yo he aprendido, al respecto, de varios antropólogos.
Quería decirle a Dionisio que he disfrutado mucho con la narración que ha hecho del padre Natera ‑creo que es entrañable y, por el final que le da, casi un cuentecico‑. A propósito, Dionisio, ¿no te acuerdas de que el padre Natera usaba unas humildísimas botas de goma de media caña? Aquel detalle me llamaba mucho la atención.
Bueno, pues tal y como os decía, venía con mucha prisa al café, pero al toparme con el artículo que Jesús Ferrer nos ha enviado, he decidido aparcar todo para otro día. He pedido un café y, ahora, sólo quiero quedarme a solas con la reflexión de ese dominico que, con tanto ritmo, nos ha contado Jesús en su artículo: muy bonito; precioso.

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