Úbeda, ¡qué pena me das!

01-08-06.
Porque eres sangre de mi sangre, piedra de mis piedras, amor entrañable reconfortado desde la infancia dorada… veo, Úbeda, cómo te están destruyendo piedra a piedra. ¡Cuánto mal gusto prolifera en tus remodelaciones! ¡Cómo te van desmontando sin que nadie se inmute ‑ni el poder establecido, ni la oposición cambiante, ni el pueblo llano, ni la progresía cultural, política o administrativa, ni el mozo, ni el encopetado… ya nadie viene a ampararte…! Te desmiembran día a día, exclamando con la boca llena: “Eres Patrimonio de la Humanidad”, mas te van haciendo cada día más “Patrimonio de la Iniquidad”… Así, si la Corporación Municipal anterior en pleno se cargó la añeja e inigualable Plaza Vieja, ahora la actual va camino de lo mismo, pues ya ha comenzado con la destrucción absurda de los Juzgados ‑materializada en la nueva fachada de palets apilados frente a La Torre de Mancera…‑, por lo que ha empezado a cambiar ‑para mal‑ la inigualable estructura de la Plaza de Santa María, centenaria y renacentista.

¡Cuidado…! Ya ha comenzado a funcionar la piqueta en lo más preciado de nuestra Úbeda Renacentista. Esto va imparable… Nadie destruye más en tan poco tiempo… Pronto veremos ‑ojalá que no, pero el día a día avanza hacia, me temo, lo peor‑ destruir el Palacio de las Cadenas, el Parador de Turismo, seguramente El Salvador ‑a lo peor a alguien se le ocurre tirar El Salvador y hacer un edificio de pisos en metacrilato… ¡Sería el centro de atención de la Plaza…!‑ y la cerrada y callada Santa María de los Reales Alcázares. Asistiremos impasibles a la destrucción, paso a paso, hasta que se construyan en su lugar esos bodrios y horribles esperpentos arquitectónicos a que la modernidad mal entendida nos tiene acostumbrados, convirtiendo tus lares ‑esa joya de plaza, cuyo empaque es irrepetible y que muy pronto habrá de ser llamada “Plaza del Esperpento”‑ en bloques de pisos inflamada… Y ya puestos, construirán al estilo de la anodina y clónica nueva Úbeda, donde las calles son estrechas y los bloques de pisos marcan modas arquitectónicas novísimas de tan mal gusto…¿Cuándo la ciudadanía se plantará ante el poder establecido y le dirá «basta ya de insensateces arquitectónicas y luminosas…»? ¿Cuándo, mi Úbeda amada, se terminará tu larga agonía que sufres años ha, desde el propio poder institucional que es el que debería cuidarte y mimarte? ¿Es que no saben ‑no sabemos todos los ubetenses y foráneos‑ que la gallina de los huevos de oro del turismo se nos va a acabar ‑sin apenas haber empezado‑ si seguimos por esa senda de la ignominia? ¿Por qué no tratamos a nuestra Úbeda como a nuestra madre que es, que cuando goza de años debemos mimarla y quererla, aún más, para seguir gozando de su inigualable presencia?
Ya no abrigo ninguna esperanza, pues ni la ciudadanía ubetense, ni el poder constituido te cuidan como es debido. Da igual gobierne quien gobierne… si los socialistas se cargaron la Plaza Vieja, populares y andalucistas se van a cargar los Juzgados y veremos lo que nos hacen con las calles más emblemáticas de Úbeda que piensan remodelar: Trinidad, Real, Plaza de San Pedro… Susto me dan… Lo mismo da que mande la izquierda, la derecha o quien sea: van a por ti con la piqueta de la destrucción en la mano, argumentando no se qué modernos afeites, para transmutarte en una odiosa ciudad en la que ni el aborigen ni el visitante sepan reconocerte como la madre que fuiste, hidalga y renacentista, en cuyo renacimiento respirabas los aires de unos buenos “patrones” que tenían gusto y saber para embellecerte y sólo pensaban en honrarte. ¡Qué tiempos aquellos! Parece ser que no volverán, pues, cuando pase este tiempo de destrucción masiva e indiscriminada, no quedará sobre ti piedra sobre piedra. Tú, Úbeda, serás un vulgar poblachón de bloques de pisos bien adornados de pintadas por doquier, donde seguirán destruyendo paulatinamente tus murallas ‑Jerusalén andaluza‑ y tus templos sagrados temblarán al pensar que les queda poco tiempo de estar en pie si siguen las hordas bárbaras destruyendo tu suelo patrio…
¿Hasta cuando, mi amada Úbeda, habrás de aguantar tanta bajeza y torpeza, tanta iniquidad…? ¿Cuándo llegará la élite ciudadana y política que se mire en tus piedras y sepa curar tus heridas no abriendo más frentes de los que la propia historia, los años, la incultura y la incuria del ubetense o foráneo te abra? Pasarán estas corporaciones municipales y esta apática ciudadanía del siglo XXI por ser la auténtica destructora del Patrimonio más genuino de nuestra tierra… ¿Es que quieren hacer contigo lo que hicieron Francisco de los Cobos y otros personajes hidalgos que cambiaron tu fisonomía mora por renacentista, trocando tu renacimiento en ciudad ultramoderna, llena de bodrios de edificios, plena de pintadas con calles y empedrados lo más kitsch ‑cursi, de mal gusto‑ que se pueda llevar…? ¿Qué intereses ocultos hay en tu destrucción, Úbeda? Ya nadie se manifiesta en esta ciudad pidiendo que no te destruyan tontamente y sin remisión, haciendo de ti una ciudad anodina y sin chispa como la de cualquier provincia española. Ya se oyen tus lágrimas brotar por cada salvajada que te propinan, argumentando una mala y funesta modernidad fatalmente entendida… He perdido casi toda la esperanza, madre. A este paso únicamente me va a quedar el melancólico recuerdo de esa Úbeda que fue galana en sus cerros, inmaculada y pulcra en su vestir cotidiano…
Úbeda, mi querida Ciudad del Renacimiento, ¡qué pena me das! ¡Qué pena!
Úbeda, a 22 de mayo 2004.

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