El verano es la calina que adormece.
El verano es zambullirse en sofocos de fogón.
Antiguos Alumnos de Magisterio SAFA (AAMSU)
El verano es la calina que adormece.
El verano es zambullirse en sofocos de fogón.
Por la estepa helada del paseo,
camina mi mente.
La figura grácil del amor
se acerca ya.
Mi juicio es el juicio:
la razón ahoga al sentimiento,
el sentimiento rompe la razón.
La voluntad es timón que cruje.
Es la primera vez que te amo,
desde la esquina de mi palabra.
Es la primera vez,
que te escribo a ti,
que vas a hacer brillar
lo que es oscuro por dentro:
eso que tapa mi corazón.
Tediosa llama invade mi persona;
hastío inmenso que ahoga; y desespera,
mi alma infiel en turbios nubarrones
de pasión bestial, en antro de ceguera.
Se hunde floja en cálida carnaza,
y tibia de pecado, en torbellino,
se adentra loca en calzada anchurosa,
arrastrando sin saberlo, su destino.
Hoy te he dado un abrazo muy largo.
Hoy te quise con otras palabras.
Camino,
ni feliz, ni deshecho,
porque al irte y mirarte a los ojos,
he sentido que tu vida se ha ido.
He querido ahondar por tu cara,
y partir mi conciencia,
en mis ganas de ver lo que pasa,
más allá de tu abrazo y el mío.
La voz y la palabra de una esencia perdida.
El aliento volar de un hálito difuso.
Raíz y viento: quietud y movimiento.
El ser y el devenir del hombre todo,
en párrafos históricos de anhelo en surtidor.
El descanso,
palabra anhelada cuando lloro
o río al pasar por la vida de las cosas
de los hombres.
El descanso,
o sábanas íntimas de amor y sueños
trasnochados en la rutina de los días
que nos pasan.