A mi viejo amigo

La noticia de la recuperación de nuestra página web fue como un zarpazo para mí. José M.ª Berzosa la acompañó con la información de la muerte de don Isaac y, una vez más, me sentí abrumado entre tanto horror de muerte y desolación como vivimos los españoles estos días. Las otras muertes me habían producido una carga emocional de ira y consternación; la de don Isaac, de tristeza serena por quien marcó ¡y de qué manera! mi adolescencia y juventud. Ese viejo cascarrabias, fumador empedernido, autoritario y ocurrente, apasionado, vehemente, sencillo, filósofo, teólogo, deportista, músico… se ha ido a no sé a qué lugar imaginario o real. Donde sea ya no tendrá que filosofar para saber si somos o no somos, qué somos y para qué. Las ideas innatas, las cualidades de las cosas, la causa final, la lógica, la ética, el racionalismo, la metafísica. el escepticismo… ya no los necesita porque… está con Sócrates, Platón, Aristóteles, Descartes, Locke, Hume, Kant, Hegel… organizando coros celestiales o intentando que todos ellos despierten antes del amanecer al sonido de su tos seca y sus enérgicas palabras. O tal vez este viejo tenga un lugar privilegiado entre quienes dedicaron tantos años de su vida a sembrar semillas invisibles para un mundo mejor.

La última vez que lo vi fue el pasado mes de septiembre en el encuentro de Úbeda. Vino al patio a saludarnos. Le estreché mi mano, pero no me conoció. Sus deterioradas facultades le impidieron disfrutar con nosotros de aquella última posibilidad de compartir los recuerdos del pasado que él tanto protagonizó.
 
Esta tarde, paseando junto al mar, al regreso de mi colegio, el horizonte estaba gris, la bruma del levante acompañaba mis sentimientos de gratitud y los recuerdos se sucedían entre cánticos matutinos de primaveras marianas. Seguí caminado mientras oía el “¡Camarerooo…! – Señooor – ¿Qué hay para hoy?” , el Réquiem de Perosi que tan magistralmente dirigía y tantas otras que nos ayudaron a crecer como seres humanos.
Adiós, Viejo. Al fin y al cabo, como decía Shakespeare, “todo el mundo es una escena sobre la cual los hombres y mujeres son pequeños actores que vienen y van. Un hombre ha de hacer muchos papeles en la vida”. ¡Y vaya si tú los hiciste! ¡Y a qué nivel! Ahora todo eso no es más que polvo de estrellas.

Te quiero, don Isaac.

 

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Publicado en: 2004-03-17 (91 Lecturas)

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