El acceso al poder de Napoleón Bonaparte en Francia supone un peligro real para la estabilidad del reino de España, donde reinaba Carlos IV, un rey apático que había designado a Manuel Godoy, antiguo guardia de corps, como su valido. Los amoríos de éste con la reina María Luisa de Parma influyeron, sin duda, en su nombramiento.
La ambición de Godoy y las pretensiones imperialistas de Napoleón juegan un papel importante en los acontecimientos, como demuestra el tratado de Fontainebleau, según el cual el primer ministro Godoy concedía vía libre a las tropas francesas para acceder desde España a la ocupación de Portugal, aliado perpetuo de Gran Bretaña.
Pero el ejército francés aprovecha la magnífica ocasión para permanecer sine die en España. Al mismo tiempo, Napoleón, mediante una simple argucia, destrona a Carlos IV y a su heredero, el futuro Fernando VII, colocando a su hermano José Bonaparte como el nuevo rey de España.
Ante este atropello a la dignidad del reino de España, surgen focos de rebeldía contra el ejército francés, en Madrid, Andalucía, Aragón y Cataluña…
Se crean Juntas provinciales y, más tarde, una Junta Suprema, que organizan la resistencia frente al invasor, con la ayuda (interesada, desde luego) del ejército británico, bajo el mando del prestigioso Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington.
La fuerza simbólica del 2 de mayo en Madrid, unida a la gesta de Bailén y a los sitios de Zaragoza y Gerona (hoy Girona), supusieron el principio de la posterior victoria de la fuerzas hispano-británicas, con la importante aportación de la guerrilla. Las sucesivas batallas de Arapiles, Vitoria y S. Marcial tuvieron como desenlace la expulsión definitiva de las tropas francesas (las más poderosas de Europa) fuera del territorio español.
¿Se trató de una guerra de resistencia o de liberación? Sería muy prolijo explicar los detalles de la variada historiografía, pero lo que está fuera de duda es el protagonismo del pueblo español que, equivocadamente o no, rechazó la posible modernización napoleónica, abrazando la causa de Fernando VII, llamado el Deseado, quien, por otra parte, ha pasado por ser el más nefasto de los reyes de España, que ya es decir.
Como tantas veces en la Historia, el heroísmo del pueblo fue respondido con la tiranía del monarca o del gobernante.
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA
Dos cuadros de Goya, un afrancesado,
hicieron más por la Historia de España
que alguna otra patriótica campaña,
con la Independencia como legado.
La carga de los guardias mercenarios
y el odio y posterior fusilamiento
nos muestran de la guerra lo más cruento,
que el pintor denuncia como notario.
Pero no olvidamos la cobardía
de nuestros reyes Carlos y Fernando,
y del valido Godoy presenciando
en el pueblo español su gallardía,
en defensa de libertad y honor,
una viva leyenda de valor.
Mandos del ejército y la nobleza
mantuvieron oculta su grandeza.
Cartagena, 29 nov. 23 (Juan Ant. Fdez Arévalo).