Desde lo que no se ve

No era sino un título de una canción infantil que nos contaba cómo llega el invierno.

Hoy, escuchando la radio ya al atardecer ‑aunque por aquí todavía es de día y el sol no tiene ganas de llegar al ocaso, pues está cerca el verano‑, he escuchado una noticia que me ha impactado, y no porque no sea ya demasiado repetida: «Se ha producido otro episodio de violencia machista», en no se qué lugar y en no se qué ciudad; para el caso es lo mismo.

Y de nuevo, surgen las opiniones y los comentarios, al hilo de la noticia.

Pero hoy he oído uno que verdaderamente me ha impactado. (Bueno; a todo esto no me he presentado: soy un maestro de Educación Infantil, de niños de cuatro años).

Y es que alguien se ha atrevido a comentar que hay que luchar contra esta lacra de la violencia machista «Desde lo que no se ve». Y aquí, en este momento, es cuando he puesto más atención al desarrollo de su argumento.

Y hete aquí que, de nuevo, este tertuliano ha vuelto a echar mano de la consabida argucia de cargar las tintas en algo que parece la panacea para resolver todos los problemas y lacras que nuestra sociedad arrastra: LA ESCUELA.

Y pongo en mayúscula la escuela, porque no se ha hablado, por parte del comentarista, de LA EDUCACIÓN.

¡Otra vez lo mismo! La escuela, salvadora de todo el déficit y de todos los problemas que esta sociedad nuestra acarrea.

Volviendo a las estrofas de aquella canción infantil, leo:

Desde mi ventana
veo caer la nieve,
blanca y silenciosa:
casi no se siente…

Y aquí me detengo.

¡Es verdad! Desde la ventana de cualquier escuela, por poco que nos asomemos, vemos caer «la nieve» y, efectivamente, es blanca y silenciosa, y casi no se siente.

Pero cae. Y la vemos caer en la medida de nuestras pocas y cortas posibilidades de que “algo” esta cayendo. De que “algo” está pasando.

Pero de ahí, hasta llegar a afirmar que hay que actuar «Desde lo que no se ve», hay un abismo.

Y el abismo, estoy seguro de que no lo abrimos desde la escuela. El abismo está abierto desde las instituciones que no han sabido, o no han podido, o no han querido poner soluciones a esta lacra, y descubrir desde dónde hay que ver lo que no se ve.

Por supuesto que «Desde lo que no se ve» es desde donde hay que actuar. Pero en la escuela vemos muchas situaciones y muchos casos; y estamos inermes y apenas sin recursos. Y aún usando los que tenemos, las respuestas o las soluciones se alargan en el tiempo.

Es muy fácil decir, así, a bote pronto, esta frase: «Hay que atajar el problema desde lo que no se ve». Y yo estoy absolutamente de acuerdo; pero hay que «ponerle el cascabel al gato», como dice la frase popular. Y aquí surge la pregunta: ¿Quién se lo pone?

Yo considero que la Escuela tiene muchos frentes por delante. Pero el primero es el de “Instruir y Educar”. Y por este orden.

Por tanto, pongámonos a la tarea. Pero sin «echar balones fuera». Pues ya va resultando demasiado socorrido y, por lo mismo, quedándose sin argumento eso de que ¡TODO SE ARREGLA EN LA ESCUELA!

Terminando con la letra de la canción, yo diría que a nadie se le ocurra que la solución de este problema social tan grave se resuelve con la actitud del que dice:

—¡Qué gusto da verlo desde mi balcón!

Sería, además de hipócrita, verdaderamente insultante e insolidario, de cara a una sociedad que espera soluciones.

Por esto, espero que todos pongamos nuestro granito de arena para buscar soluciones a este problema que nuestra sociedad tiene delante.

Y por esto afirmo:

—¡La escuela, sí; pero la familia y la sociedad con todos su medios, también!

De este modo podremos dar luz a «LO QUE NO SE VE».

 

 

 

 

 

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