SI NO CUESTA TRABAJO

Dicen aquello de “al mal tiempo buena cara” y va siendo necesario aplicar esta coda de sabiduría occidental y más concretamente española ante el tiempo actual y el que se nos anuncia como inevitable.

Porque si mal hemos ido aunándose todas las circunstancias posibles para torcerle el brazo a un titán lo que deriva, ya avivada la hoguera de todos los males, no puede ser más que mucho peor. Hay quienes prefieren esconder la cabeza en el agujero de la ignorancia, ignorar lo pasado, presente y futuro, como si así ignorasen el mal. Hay quienes al menos intuyéndolo prefieren aquello del “tirar palante” y  que salga el sol por Antequera. Y hay quienes se beneficiaron en el pasado, se benefician en el presente y se auguran pingües beneficios en el futuro.

Otra postura consciente y lógica se justifica en aquello de “si los problemas tienen solución no debes preocuparte y si no la tienen ¿por qué te preocupas?”; así que opto por esta estoica opción, que todo lo arregla sin arreglar nada, y me voy a olvidar de los desgarros sociales, económicos y políticos a los que estamos asistiendo, ¿no hacen lo mismo estos que pretenden que todo continúe como si tal cosa?… Que sigue habiendo más brecha social ¡pues que se espabilen los demás!, que hay negocios que se hundieron ¡no serían buenos negocios!, que estos políticos que padecemos no son capaces de planificar la recuperación ¡llegarán los salvadores de siempre! ¿Ven?, ¡si todo tiene solución a la larga!, es cuestión de paciencia y aguante (si es que no te quedas en el intento).

Pues ser agoreros no nos lleva más que a la miseria moral, mental y personal zafémonos de esta negra lacra. Alguno me diría que si fuese creyente ya llevaría bastante camino adelantado, que fiar en la providencia divina (como se nos enseñó evangélicamente) es garantía de bienestar y conformidad espiritual; así será, pero… Entonces irse a los caminos trillados y poco comprometidos con nada ni con nadie será opción necesaria (aunque me temo no lo suficiente).

Acudir a la memoria personal de aquellos tiempos pretéritos de los que resaltamos las anécdotas habidas, curiosas y que sean gratificantes, es un buen sedante. Que aunque sepamos que aquello no fue un camino de rosas siempre podamos, por comparación, destacar los valores que creemos sirvieron para forjarnos y que ahora vemos en decadencia; eso sí, aquellas experiencias pasaremos por el tamiz selectivo y dejaremos olvidadas o bien guardadas en caja fuerte las que nos supusieron lágrimas, humillaciones, frustraciones  e incluso las que todavía nos duelen en nuestra conciencia.

Echar mano de lo positivo sin dejar entrar lo negativo.

Podemos también acudir a nuestras habilidades personales, deportivas, recreativas, culturales, literarias que nos llenarán nuestro espacio vital taponando las vías por donde pueda penetrar la negrura; y es que si tenemos suerte en este camino no solo contribuiremos a nuestra mejora sino a la mejora de quienes tenemos a nuestro alrededor. Sabiendo manejar nuestros aspectos positivos y sabiendo comunicarlos contribuimos a la paz de los demás. “La vie en rose”, que decía la magnífica canción…

Aquello del “pan y toros” (en España hasta no hace mucho tenía sentido) se trocó en dictadura por “televisión y fútbol”, fórmula infalible para mantener adormecida la conciencia social de las clases oprimidas (al decir de los izquierdosos de hoz y martillo), aunque hay que admitir que a las tales clases les traía al pairo ser alienadas y así que siguen prefiriendo fútbol y series televisivas. Eso de la “paz interior” alcanzada por la influencia de la consecución de varios estados de meditación (para meditaciones las de nuestros ejercicios espirituales), yogas, gurús y administración de psicoactivos o depresivos es fórmula de “pijoprogres” (o no tan progres) que los distrae del prosaísmo de la realidad dominante. Siguiendo la estela de las flores cantaremos las bellezas de los excelentes paisajes que nos rodean (que ensuciamos y contaminamos), la solera de nuestras ciudades histórico-artísticas (que nos vamos cargando frente a la ambición depredadora de políticos corruptos y constructores sin escrúpulos), las costumbre populares supuestamente ancestrales (a veces inventos muy recientes), cosas curiosas… Y en todo ello tenemos un filón, leche, que bien pergeñado nos da para mil escritos y conferencias.

Pues que sí amigos, que es joder por joder y ganas de fastidiar el irse derechos a escribir sobre tanta miseria que nos rodea; sí, es verdad, así que empiezo a plantearme el terminar este escrito con algo positivo, para refrescar este verano que nos comemos ya.

¿Han visto el invento de Úbeda?, ¿que cuálo?, ¡pues levantar una gran noria en pleno casco urbano para uso y disfrute del paisanaje! Tiene una magnífica condición: quien quiera subir debe aportar contribución alimentaria para los más necesitados; ¿hay mejor y más positiva intención? Las vista debieron ser preciosas (en pasado lo digo pues no estuve estos días en mi ciudad y además fue breve esa plantá, que duró cuatro días. Gratificante experiencia subrayada por los medios de comunicación, hasta nacionales…

¿Ven?, pues  fue una muy buena noticia. Positiva. Y es que “en nuestro mal no ganáis nada”, que dice el poema machadiano (de Manuel) y regodearse en el mismo es enfangarse cual cochino en barrizal. Así que a esperar lo que nos venga que ya intentaremos capearlo otra vez. Suerte.

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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